Los cuadros del artista Shen Jiawei de soldados chinos durante la Revolución Cultural gozaban de tal aprecio bajo el régimen de Mao que el más famoso de ellos fue reproducido en 250 mil afiches distribuidos por todo el país.
Cuatro décadas después, Shen pinta por encargo de un mecenas distinto: insólitamente, se ha convertido en el retratista oficial del Vaticano. Pintó el primer retrato del papa Francisco y hace poco terminó uno enorme del cardenal George Pell, que maneja los fondos de la Santa Sede.
La trayectoria de Shen, de propagandista mimado del Ejército Popular de Liberación a retratista papal, revela una combinación rara de talento. Lo llevó de China a Australia, donde cobraba a los turistas 30 dólares por un retrato en el puerto Darling de Sídney y últimamente a un balcón en los jardines del Vaticano donde retrató a Pell.
“Para mí, cada vez que se cerraba una puerta se abría otra”, dijo Shen, de 66 años, en una entrevista telefónica desde su atelier en Bundeena, al sur de Sídney.
Shen cursaba el último año de secundaria cuando Mao Tse-tung lanzó la Revolución Cultural, la campaña de 1966 a 1976 para devolverle pureza ideológica a la revolución anticapitalista china.
Cuando el cierre de las universidades dio por tierra con sus esperanzas de estudiar pintura, Shen ingresó a la Guardia Roja y luego al Ejército Popular de Liberación, entregándose de lleno al espíritu comunista de la época.
En el EPL reconocieron su talento de artista autodidacta y pasó a integrar la legión de propagandistas que retrataban a obreros y soldados en el estilo de la propaganda soviética, el llamado realismo socialista.

