Pronto la directora Delfina Vidal se percató que no había mucho material fotográfico y documentos en torno a Marta Matamoros, que la ayudaran con los tres ejes temáticos que deseaba plantear en su documental La Matamoros: la reivindicación sindical, exigir la igualdad de género y la lucha por la soberanía.
En la primera etapa de la producción lo que tenía se reducía al interior de una fábrica de costura en la ciudad de Panamá, incluso habían pocas imágenes del Bazar Francés, “sitio donde se da esa primera huelga de los obreros y obreras panameños, que lideró Marta como parte del Comité de Taller y que cambiaría la historia del Movimiento Sindical Nacional”.
Por eso optó por reinterpretar los hechos a través de la puesta en escena de diversos momentos del devenir de Marta Matamoros. De allí que su largometraje tiene visos de docudrama y por eso le pidió a la intérprete Rossana Uribe que entrara en la piel de su protagonista.
“El movimiento sindical fue restringido y perseguido. Todo aquel que lo apoyara era puesto en la lista negra. La mayoría de sus miembros, como Marta, que además era parte del Partido Comunista, tenía que vivir en una especie de clandestinidad. Por eso no se documentaron las huelgas ni otros movimientos sindicalistas, ni las luchas nacionalistas donde participaron las clases obreras de los años 1940, 1950 ni 1960”, dice Vidal.
Otra notable ayuda fueron los recuerdos de las discípulas de Matamoros: Aleyda Terán, Dalys de Pérez, Tayra Barsallo, Carmen Busto y Miyera Piers, “quienes por medio de sus memorias y del legado que les dejó Marta nos acercan a sus ideales y sus sueños”.
La búsqueda formal se inició en la Fundación Nueva vida Dios es amor, donde Matamoros vivió sus últimos días. En este lugar, recuerda Vidal, “surgieron las primeras pistas que nos conectarían emocionalmente a su vida. El asilo se convirtió en la fuente que nos llevaría a sus amigas, quienes nos dimensionaron la figura de Matamoros con una mujer única en su tiempo, irrepetible”.
El otro hallazgo notable fue encontrar un material videográfico que conservaron las investigadoras Jacquelin Candanedo y Myrla Gutiérrez, quienes publicaron hace unas semanas el libro Marta Matamoros: entrevista personal.
Desde el Instituto Panameño de Estudios Laborales se logró la restauración de ese material audiovisual de la mano de Alberto Conte, en un 90%.
LAS COMBATIVAS
Delfina Vidal opina que sí hay mujeres hoy que siguen por la senda dejada por Marta Matamoros como “Julia Suira, Sonia Montoya, Carmen Lizárraga y otras muchas del sector sindical. También están las profesoras Aleyda Terán y Dalys de Peréz, quienes desde las aulas universitarias empoderan a las mujeres para conocer sus derechos”.
Vidal también cita el desempeño de Mireya Piers “desde el sector público y del observatorio afrodescendiente de Panamá. Carmen Busto y Tayra Barsallo nos demuestran que la edad no tiene límites cuando se quiere apoyar al desarrollo social, cultural y político de sus comunidades”.
DESCONOCIMIENTO
En opinión de Delfina Vidal, la panameña promedio desconoce sus derechos laborales, aunque hay excepciones a esa regla. “Hay embarazadas que trabajan en almacenes y se encuentran de pie muchas horas, y no se mueven de su lugar de trabajo porque el cargo que ocupan es vital para la empresa, y por no conocer sus derechos se quedan calladas sin reclamar ante el patrono”.
De acuerdo con Rossana Uribe, en Panamá se tienen “aceptables condiciones laborales. Ya se hizo el camino con gente como Matamoros y otros líderes sindicales que lograron obtener condiciones laborales que no tienen otros países. Un ejemplo es Estados Unidos, donde ni siquiera existe el derecho a tener licencia pagada por maternidad ni indemnización por un despido”.
Para Uribe, en el istmo la fuerza laboral conoce sus derechos y exige su cumplimento. “¿Hay empleadores que se hacen los tontos en lo que concierne a esos derechos? Sí los hay, pero mientras exista quien oriente a los trabajadores, esas prácticas serán cosa del pasado”.
Las istmeñas no saben cómo se alcanzaron los derechos laborales que disfrutan. Lo dan por hecho en palabras de Uribe. “Como si siempre hubieran existido. En las escuelas no se enseñan esas luchas. Nadie sabe cómo se obtuvieron los derechos de los que gozamos. Es como si Panamá olvidara a esas personas que protestaron, sufrieron vejaciones, persecuciones y cárcel para que hoy podamos tener un ambiente laboral justo”.
Uribe lamenta que en términos generales no se sabe del legado de Matamoros. “Hay gente que me pregunta: ‘¿y ella de dónde era?’. Cuando digo: ‘¡panameña!’. Se sorprenden. Ella luchó por los derechos de las trabajadoras a tener jornadas justas y a tener a sus hijos en calma, y cuidándolos por un tiempo antes de volver al trabajo sabiendo que su salario no peligra. Antes ni eso les era permitido. Las mujeres trabajaban hasta el momento de dar a luz y volvían enseguida a trabajar jornadas de 12 horas. Hoy, que todo marcha bien, nadie hace honor a líderes, que como Marta, lucharon para tener una mejor vida”.







