El idioma español descansa sobre una estructura lingüística con características que le identifican y le hacen único; simultáneamente, le permiten modificarse y adecuarse según se requiera. Hay que considerar que, como lengua, constituye un producto que se forma con un repertorio de signos elaborados por una sociedad y conforme avanza en el tiempo, le enriquece de acuerdo a objetivos que se imponga.
Esta condición nos lleva a saber que, como vehículo de comunicación, en la medida que las comunidades requieran modernizar, actualizar o reorganizar sus instrumentos de interacción significativa, avanzarán en un proceso de agregar o desechar aquellas palabras que tendrán vigencia o no.
El análisis de la etimología (origen) de las palabras permite conocer la formación y procedencia de las voces que se utilizan en forma habitual. La escritora y profesora Elsie Alvarado de Ricord, en sus clases universitarias, recordaba esta dinámica, en ocasiones tan elemental, pero basada en la relación entre los individuos y la realidad que les circunda.
Decía que una palabra como murciélago estaba formada por los términos latinos: muris (ratón) y el adjetivo caeculus (ciego); es decir un ratón ciego, pero volador. Otra, con un curioso sello de nacimiento, contaba ella, era hojaldre, increíblemente antigua. En latín, foliatilis, pan, bollo o pastel, cuya masa se intercala por capas de manteca y queda en forma de hojas. Es un derivado de folium.
El castellano se nutrió no solamente del latín vulgar (empleado por los soldados y la población común), tomó del griego aquellos términos que designaban materias como las ciencias, mediante un armazón de bases con prefijos y sufijos. Así geografía, designa el estudio de la tierra: geo (tierra) grafía (tratado); igual sucede con filosofía: philosophia -phileo, amor y sophia, sabiduría.
Una tercera fuente correspondió al árabe. Los moros conquistaron durante ocho siglos a España y es indudable que hayan influido sobre la lengua de las tierras que ocuparon. De allí proviene la denominación de un gran grupo de legumbres y plantas como zanahoria, alfalfa, albahaca, albaricoque; así como lugares y artículos domésticos: alcoba, almohada, alberca, alcantarilla. Además, artesano, alfarero, entre otras.
El periodo de conquista y el contacto con poblaciones y culturas en América hispana ocasionó la entrada de palabras que permitieron conocer aspectos de la nueva realidad en el continente. En el Caribe se encontraron lenguas como el taíno y arahuaco. Barbacoa barabicua; carne cocida sobre andamios de madera.
Otros casos, huracán, hamaca, hamaka red para pescado; loro, roro, ave. En el creole haitiano: mambo, sacerdotisa. En el yoruba (lengua utilizada en Cuba) significaba “hablar”. No se sabe cómo llegó a la música. También está cacique, del taíno.
Muchos pueblos conquistados también dejaron contribuciones. Cigarro, de origen maya, provenía de la acción de siyar (fumar). Alpaca, del aimará: mamífero camélido; iguana, del arahuaco; pampa: terreno baldío. La palabra cancha, kancha es quechua y significa recinto. De esa misma lengua, Cóndor, kuntur, ave mayor.
Del guaraní es la palabra yacaré, reptil cocodrilo y el nombre yakaré alude a su condición de presentar solo la cabeza sobre el agua. En Venezuela, región de Cumaná, está butaca, originada de la voz putaca, asiento y maraca, del guaraní, instrumento para acallar niños.
En los pueblos mexicanos; entre ellos, los nahuatl, encontramos aguacate: awakati, testículos del árbol; cacahuete, tlacacahuatl cacao de tierra, chicle: tzictli goma masticable; apapachar, apapachoa, abrazar con el alma.
Además, se cuenta con otras contribuciones. Tal es el caso del francés: garrote, derivada de garrot, gran palo; se cree que proviene de guarot y éste de garokier (cerrar el paso a alguien); a su vez, evoluciona del franco wrokkon (lanzar con fuerza). Igualmente, garaje, originado en garage, local destinado a guardar automóviles.
Debacle: gran conflicto, viene de débacle (desastre), del verbo débacler (desatrancar). En el italiano: a capela, acuarela, adagio y arpegio. Del portugués, almeja (ameijoa), añoranza y barullo (barulho). En el alemán, blanco (blank: vacío), vagón y leitmotiv. En el inglés tenemos tanque: tank, panfleto pamphlet y bistec beef steak.
Lógicamente que incidentes de la vida cotidiana y la tecnología con su jerga aportan nuevos conceptos o términos; de allí, la vitalidad de esta lengua.
El autor es miembro correspondiente de la Academia Panameña de la Lengua

