El academicismo dejó de tener buena fama en los albores del 1900, cuando las vanguardias lo hicieron ver como mera copia de la realidad. Sin embargo, frente a esta premisa cismática se alza el hecho de que todo gran artista debe dominar el canon para luego deconstruirlo.
Así fue para Juan Manuel Cedeño, nacido en La Villa de Los Santos el 26 de diciembre de 1916, que inició su trayectoria artística de la mano del maestro don Roberto Lewis en la Escuela Nacional de Pintura. En esta institución le fue inculcada una formación académica con remembranzas del neoclásico francés, que da preferencia a la representación de la figura humana, sin olvidar otros temas considerados como tradicionales.
RETRATO
El retrato, uno de los géneros más apreciados y cuya dificultad requiere del pintor una gran maestría para llevarlo a feliz término, tuvo en Panamá fuertes predecesores en don Epifanio Garay, Humberto Ivaldi y el propio Lewis. Sin embargo, recaerá en Juan Manuel Cedeño el haber sido el pintor quien más ampliamente cultivó la retratística. Para Pedro Luis Prados, catedrático de Estética de la Universidad de Panamá, “sus retratos gozan de la espontaneidad de la distribución del color y el despliegue de los trazos, que permiten sugerencia y emotividad dramática a sus personajes”.
De acuerdo con el maestro panameño Guillermo Trujillo, a propósito de la última retrospectiva de Cedeño en el Museo de Arte Contemporáneo, “donde el maestro logra una gran obra es en el retrato: es portador de ese maravilloso don de retratista. En ellos hay una fuerza de expresión, equilibrio compositivo y una sutil introspección psicológica del modelo que solo puede lograrse cuando se es un virtuoso en el dominio del dibujo”.
La descripción del mundo interior, la fuerza intelectual y la delicadeza de una bella modelo se hacen patentes en obras como Retrato de Harmodio Arias Madrid, Retrato de Octavio Méndez Pereira, Retrato de José Dolores Moscotey el Retrato de Rita de Andreve, en los cuales el mérito de la obra se comparte entre el parecido que las facciones guardan con el modelo y la buena factura de los detalles del lienzo. De entre estos, merecen mención aparte la belleza gestual de las manos de los modelos que ha pintado Cedeño: una parte de la anatomía humana cargada de simbología y expresividad, que tal como señalara el historiador y crítico de arte francés Henry Focillon, están “dotadas de un genio enérgico y libre, de una fisonomía - rostros sin ojos y sin voz, pero que ven y que hablan”. En los trabajos del maestro Cedeño, las manos de sus personajes refuerzan la actitud moral e intelectual de los retratados.
Estos cuadros de panameños ilustres pertenecen a colecciones públicas y privadas, y algunos de estos pueden verse en la Universidad de Panamá y el Museo de Arte Contemporáneo.
PANAMÁ EN EL LIENZO
Aunque sobresaliente la producción retratística, el maestro Cedeño no se limitó solo a ella. También le interesó plasmar los paisajes panameños en obras como Río Crecido o Retorno a la tierra.
Por otro lado, si bien es cierto que su producción se enmarca dentro del realismo académico y alguna otra parte dentro del impresionismo costumbrista-observado sobre todo en los paisajes-, el maestro no fue ajeno a las vibrantes ideas del arte internacional.
Luego de su regreso a Panamá de cursar estudios en el Chicago Arts Institute (1944-1948), Cedeño explora una singular amalgama entre las nuevas corrientes de vanguardia, en especial las tendencias cubistas, con la representación de las tradiciones e imágenes de su terruño dando primacía muy especialmente a la geometrización de las figuras. Esta mezcla da origen a óleos como Talco en Sombra, La tuna, Domingo de Ramos. El valor de su labor puede sintetizarse en la simbiosis entre el arte y la identidad nacional. En opinión de Prados, “su obra es el periplo de una generación en busca de los contenidos esenciales que contribuyen a formar la personalidad histórica de una nación, que debe estar firmemente enlazada en legado artístico, histórico y cultural de quienes nos han precedido”.
