El 24 de mayo de 1844, el físico, inventor y artista estadounidense Samuel Morse envió el primer telegrama eléctrico del mundo en Estados Unidos, desde Washington hasta Baltimore, con el siguiente mensaje de texto “¿Qué ha traído Dios?”.
Este sistema de mensajería, caracterizado por frases cortas separadas por un stop, fue durante décadas el más veloz posible. Hoy la internet ha sentenciado a muerte este sistema.
Suprimir
Francia es el último país que, como Estados Unidos, Alemania o Bélgica, ha decidido ejecutar el veredicto sin remordimientos románticos.
La empresa Orange, heredera de France Télécom, el antiguo monopolio estatal, suprimió este mes el servicio de telegramas, que funcionaba desde 1879.
Los fastos funerarios se dejaron llevar por la nostalgia con un jocoso tributo propio de nuestra época.
“El último telegrama se ha emitido esta noche a las 23:59 horas. Stop. Creado en 1879, el servicio fue gestionado por Orange en el sitio de París St Michel. Stop. Después de las 8:00 p.m. en el sitio de París Alleray. Stop. Esta es una página en la historia de las telecomunicaciones que se pasa en beneficio de las nuevas tecnologías. Buena suerte y gracias a todos nuestros colegas que aún hacen que este servicio funcione”.
Este era el texto de un falso telegrama difundido en las redes sociales, que fue compartido al instante por cientos de miles de personas.

Disminución
En realidad, el último se había enviado unas horas antes. Pero la decadencia del sistema era imparable.
De los 900,000 telegramas expedidos en Francia en 2005, se pasó a 38,000 en 2017.
El telégrafo vivió su época de mayor esplendor en el siglo XIX.
Hasta que no se tendieron cables submarinos en 1870, las comunicaciones de red no pudieron atravesar el agua.
Seis años más tarde, los cinco continentes estaban conectados.
Fue así como la red de telegrafía se convirtió en el primer sistema mundial de comunicaciones con un lenguaje común en todo el mundo, el código Morse, por decisión de la Unión Telegráfica Internacional, hoy Unión Internacional de Comunicaciones, dependiente de la ONU.
Durante décadas fue el principal instrumento de comunicación para gobiernos, empresas y particulares.
Con el telégrafo llegaban las buenas y malas noticias: los nacimientos y defunciones, pero también las declaraciones de guerra y los armisticios.
En Panamá, la independencia de Colombia en 1903 se trasmitió a todas las provincias con el telégrafo.
La agonía de la red telegráfica llegó en 1980, debido sobre todo al robo constante de los hilos telegráficos de cobre.
Pronto el sistema se suplantó con los radioenlaces. Pero el golpe mortal lo atestó la llegada de las comunicaciones por satélite.
El uso de telegramas queda relegado hoy a ciertos gobiernos y jefes de Estado que prefieren mantener viva su memoria.
Como el papa, que cuando sobrevuela algún país en sus viajes, envía telegramas de cortesía a los jefes de Estado de ese territorio.
En su último viaje a Chile, el 15 de enero pasado, el papa Francisco envió telegramas a los presidentes de Italia, Francia, Cabo Verde, Senegal, Brasil, Paraguay y Argentina, así como a los reyes de España y de Marruecos.
El pontífice hará lo mismo cuando viaje a Panamá en enero de 2019. Si es que el Vaticano no decide despedir antes al antepasado de Twitter.
