De chico, Vicente Feliú era tímido. “Pensaba que la guitarra me sería útil a la hora de contar mis emociones. Las canciones de papá eran muy hermosas y de alguna manera les tenía cierta sana envidia, de modo que luego de lograr que saliera de mis manos una canción suya, lo segundo fue una especie de collage, rarísimo y bastante feo, pero mío. Desde entonces se me creó una especie de vicio, que aún mantengo”.
Desde joven, a este cantautor cubano le anima componer porque desea “comunicar sentimientos, ideas, esperanzas, sueños, angustias… Y como diría Sindo Garay en Rayos de Oro: ‘No vengo a reír, tampoco a llorar. Yo vengo a cantar para combatir, gran dios”.
Hay diversas maneras de escribir una canción para esta leyenda que ofrecerá tres conciertos en la ciudad de Panamá, entre el 14 y el 19 de marzo. “Puede llegar un verso, solo o con música; una idea, que puede ser el principio o el fin o el medio; puedo escribir un texto, con rima o libre, y perseguirlo cantando lo que me sugiera; en menor medida, una melodía bastante elaborada con desarrollo pudiera sugerirme un texto. No hay nada establecido. Más de una vez han salido canciones de arriba abajo, de un tirón, y otras me han llevado años sin que logre terminarlas”.
Momentos
Su primer recital formal, si su memoria no lo traiciona, fue en 1969, en la Sala Hubert de Blank, sede del grupo Teatro Estudio, en La Habana, compartido con Belinda Romeu, Carlos Gómez y Noel Nicola, y con dibujos de Pancho Varela Risech sobre canciones nuestras. “Aquel concierto se hizo durante un mes, una o dos veces cada semana, a solicitud de la directora del grupo y de la sala, la actriz Raquel Revuelta”.
Aunque la fecha fundacional de lo que sería bautizado como Nueva Trova cubana ocurrió en 1968, en Casa de las Américas. Lo que más aprecia es que en esa ocasión conoció a los maestros músicos Pablo Milanés, Noel Nicola, Eduardo Ramos y Martín Rojas, “ya que con Silvio Rodríguez éramos amigos desde febrero de 1962, cuando estudiábamos en la secundaria”.
“Trova, porque veníamos del tronco histórico de la canción que nació pareja a las luchas por la independencia de Cuba. Nueva, porque por primera vez en nuestro país había una situación social y política esencialmente nueva con el triunfo de la Revolución, y que esperaba por los jóvenes para llevarla adelante. Luego, fuimos sabiendo hacia dónde iríamos”, explica sobre el emblemático movimiento musical.
No cree en triunfos o en derrotas. “El hecho de que canciones de nuestra generación hayan llegado a ser conocidas y queridas, en buena medida resulta porque, además de la calidad de las músicas y las letras, responden a una realidad muy añorada que Cuba ya tenía en su haber. La década de 1960, en que triunfan muchas cosas en el mundo, incluyendo la Revolución Cubana, hace parir movimientos de la canción que respondieron a las necesidades espirituales en España, algunos países de Latinoamérica y Estados Unidos, que nos influyeron tanto como les influimos, y fueron verdaderamente importantes”.
Para Vicente Feliú, el trovador es una actitud “ante la cultura, ante la vida; no es una persona con una guitarra que canta sus canciones, eso hay millones de gentes en el mundo sin que por esto tengan que ser trovadores, en el mundo y en Cuba. El trovador es alguien que viene de un lugar, que viene de una tierra, de un ombligo, que vive en ese ombligo aunque esté en otro lugar, o sea, que es de un lugar, que es de un tiempo que casi siempre le duele porque quiere otro tiempo mejor y que en eso le va la vida, eso es lo que yo creo que es un trovador”.
