Dice el refrán que detrás de toda persona exitosa hay familiares, amigos o conocidos que la impulsan.
Y sobre ello, precisamente, trata la película King Richard, que cuenta la historia de triunfo de las hermanas Venus y Serena Williams, quienes actualmente son las mayores glorias del tenis femenino mundial.
Nadie que sea exitoso construye su trayectoria de la noche a la mañana, complementa el adagio. La disciplina y el sacrificio son algunos de los componentes que llevan al éxito.
Y Richard Williams, padre de las tenistas, siempre lo tuvo presente. Tanto, que con esa disciplina impulsó el famoso “plan” que se aseguró que sus hijas cumplieran al pie de la letra.
“ La mayoría de nosotros, tenemos sueños imposibles. Tenemos cosas que haríamos si creyéramos que son posibles, cosas que haríamos si creyéramos”.
Will Smith, el actor quién encarnó a Richard Williams, el padre y el mentor de las tenistas Venus y Serena Williams.
El plan consistía en practicar lo más que se pudiera, además de avanzar a las etapas del tenis si las circunstancias eran las adecuadas. Es decir, avanzar profesionalmente sin saltarse las etapas más preciosas de la vida, como la niñez y adolescencia. Eso significaba, por ejemplo, que tenían que sacar buenas calificaciones para seguir compitiendo.
Esta película, además de ser inspiradora para aquellos que deseen incursionar en el mundo del tenis o en cualquier otro deporte, es un buen reflejo que puede servir de guía respecto al proceso en el que un padre y su hijo deciden ir tras un sueño que se materializa en una destreza o una vocación que le puede marcar positivamente en su desarrollo profesional, y los aciertos y los errores que se pueden desarrollar en el camino.

La cinta también enseña que los malos momentos y los fracasos no siempre tienen que ser tomados como una circunstancia adversa, sino que deben servir como sucesos u obstáculos que no se pudieron atravesar en su momento, para evaluar qué es lo que se hizo mal y enmendar ese error para ser mejor en la actividad que uno está realizando.
Así que otra de las enseñanzas de King Richard es que los fracasos son necesarios para aprender a ser mejores en cualquier ámbito en el que nos queramos desenvolver.
El ascenso de una de las hermanas, Venus Williams, fue tal que llegó a competir con la que en ese momento era la tenista número uno, la española Arantxa Sánchez Vicario, en el US Open de 1998.

Williams practicó fuertemente para ese partido, en el que parecía que saldría victoriosa, pero al final pierde la fuerza y Sánchez Vicario termina ganando.
Desconsolada, Venus es abrazada por su familia, que le dice, en pocas palabras, que este no es el fin ni mucho menos, sino un momento para aprender.
A pesar de que no ganó el partido, Venus fue recibida por sus fanáticos como si ella fuese la ganadora. Una evidencia de que el fracaso no es un punto final, sino un punto y aparte que nos permite tomar un respiro y seguir hacia adelante.


