Cuando este 9 de junio de 2021 se cumplen 50 años de la desaparición del padre Héctor Gallego, la Iglesia católica llamó a seguir reflexionado sobre lo que significa él. Esto, tanto en la vida de la Iglesia en Panamá como en la historia de este país.
Gallego fue un sacerdote colombiano, al servicio de la Iglesia en la provincia de Veraguas, diócesis de Santiago. Desde corta edad mostró su interés al sacerdocio y su sensibilidad por los problemas sociales y políticos que afectaban a la población de las áreas rurales.
De seminarista vino a Panamá, invitado por el entonces obispo de Santiago, Marcos Gregorio McGrath. Luego, al hacerse cargo de la diócesis de Santiago el obispo Martín Legarra, el padre Héctor Gallego −ya ordenado sacerdote− fue asignado a la parroquia de Santa Fe, en la que reemplazó al vicario general de la diócesis, Alejandro Vásquez Pinto, con el cual aprendió y vivió las realidades del acontecer rural panameño.
“Héctor fue en todo momento un sacerdote evangelizador, misionero, fiel a la Iglesia y su doctrina; comprometido con los campesinos, sobre todo con los más pobres, porque él también era ya campesino y nunca había renunciado a su condición de morador de las veredas, trasladado a la serranía veragüense”, recordó el arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta, durante la homilía de este domingo 6 de junio de 2021.
El arzobispo expresó que el Evangelio llevó a Héctor al compromiso con la justicia social, a identificarse con los campesinos más pobres de la región, a comprometerse con sus siembras, y con sus linderos.
Este compromiso sacerdotal molestó a cierta gente en Veraguas, porque resultaban perjudicadas por la nueva actitud del campesinado en Santa Fe, por eso, los poderosos hacen ataques en su contra, añadió el arzobispo.
A Héctor −quien nació el 7 de enero de 1938 en Montebello, pueblo del municipio de Salgar (Colombia)− le quemaron el rancho, y pensaron encontrarlo muerto; pero despertó a tiempo y escapó, salvando la vida. Sin embargo, el 9 de junio de 1971, unidades de la entonces Guardia Nacional “lo agarraron en Santa Fe, y no se ha vuelto a saber de él. Lo desaparecieron. Y desde entonces la Iglesia no ha cesado en su búsqueda y reclamar a las autoridades la verdad sobre lo sucedido”, remarcó Ulloa Mendieta.
Gallego llega a Panamá en 1966, siendo diácono y acompañado por el padre Pablo Bueter, para incorporarse a la vida de los veragüenses el 5 de febrero de 1967, en la parroquia San Francisco de Veraguas.
Ulloa Mendieta afirmó también que Gallego es, de forma indudable, un ejemplo de compromiso con el pobre, la opción preferencial de la Iglesia. “Héctor Gallego entra así a formar parte de los ‘testigos’ de la Iglesia, de compromiso evangélico por la justicia social. Fue un sacerdote, evangelizador, un mártir por hacer vida los grandes postulados de una Iglesia que acompaña a los necesitados hasta dar la vida por sus amigos, como lo hizo Jesús”, añadió.
Para la historia panameña −enfatizó− Héctor Gallego tiene también un hondo sentido, pues es el más ilustre de los “desaparecidos”. Su nombre sigue significando grito de angustia y clamor de justicia. Su nombre seguirá siendo aguijón que remuerde las conciencias, mientras no se le haga justicia, expresó.
“La Iglesia en Panamá no permitirá que el ejemplo de Héctor se pierda en el olvido. Y quienes están relacionados con su desaparición, no podrán vivir tranquilos, mientras siga en el misterio su muerte. Aún pueden decir la verdad sobre lo que sucedió y dónde están los restos de Héctor”, fue parte del mensaje dado este domingo por Ulloa Mendieta.
Héctor Gallego - El Sacerdote
— Arquidiócesis de Pmá (@ArquiPanama) June 6, 2021
Desde pequeño mostró su interés al sacerdocio y su sensibilidad por los problemas sociales y políticos que afectaban a la población más pobre de las áreas rurales.
A los 50 años de su desaparición aún clamamos con fuerza ¿HÉCTOR DÓNDE ESTÁS? pic.twitter.com/qu7nXRJNem


