Australia anunció este martes 27 de marzo la expulsión de dos diplomáticos rusos, en el marco de la respuesta coordinada de los países occidentales al envenenamiento de un exespía ruso en Reino Unido, que Londres atribuye a Rusia.
El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, declaró que ambos diplomáticos rusos eran "agentes de inteligencia no declarados" y que tenían siete días para abandonar Australia. "Esta decisión refleja la naturaleza estremecedora del ataque, la primera utilización ofensiva de armas químicas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con una sustancia letal en una zona habitada, poniendo en peligro a un número desconocido de personas", afirmó el primer ministro.
Turnbull explicó que la decisión del gobierno se debía a la información aportada por Londres, según la cual la sustancia utilizada en el envenenamiento del 4 de marzo en Salisbury (sur de Inglaterra) de Serguéi Skripal y de su hija Yulia era un agente neurotóxico de un tipo desarrollado en Rusia.
Según Turnbull, este envenenamiento forma parte de "un esquema de comportamiento peligroso y deliberado del Estado ruso que constituye una amenaza creciente para la seguridad internacional".
"Un ataque así no puede ser tolerado por ninguna nación soberana", añadió el primer ministro. "Apoyamos con fuerza el llamado lanzado a Rusia para que revele la amplitud de su programa de armas químicas, conforme al derecho internacional".
Por su parte, Rusia niega toda responsabilidad en el caso Skripal y denuncia una "campaña antirrusa" y una "provocación" por parte de Gran Bretaña y sus aliados.
Moscú asegura haber destruido desde hace años la totalidad de sus programas de armas químicas con la participación de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ).
Más de 20 países anunciaron desde este lunes la expulsión de más de 110 diplomáticos rusos en total, 60 de ellos, en Estados Unidos.
