Tras el feroz terremoto que asoló la madrugada del miércoles 24 de agosto el centro de Italia, más de mil 200 personas han pasado la primera noche a la intemperie, en sus coches, con las pocas pertenencias que han podido salvar, o en los campamentos improvisados y centros de acogida que han habilitado después de que sus casas hayan quedado completamente destruidas.
“He perdido todo lo que tenía”, repiten con desesperación ante los medios de comunicación que se han trasladado hasta el lugar de la tragedia. Aunque la mayoría prefiere no responder a las preguntas de los periodistas. La brutal experiencia ha impedido dormir a la mayoría que a primera hora de la mañana estaban en pie, cubiertos con mantas para cubrirse de las temperaturas del lugar.
Poblaciones como Amatrice, Accumoli, Arquata del Tronto y Pescada del Tronto parecen lugares de guerra, que han sido bombardeados. Basta ver las imágenes ofrecidas por la aplicación de Google Maps, Street View, para comprobar la belleza del patrimonio histórico de estos burgos medievales, incrustados en la montaña, que tras el terremoto se han convertido en un único amasijo de escombros y cadáveres.
De momento el último balance oficial es de al menos 247 personas fallecidas y más de 300 heridos, pero son cifras que aún pueden aumentar debido a que hay decenas de desaparecidos debajo de los cascotes. “No haya certeza en los números. No tenemos una lista de la que partir para comenzar el recuento de los desaparecidos”, señaló el jefe de Protección Civil, Fabrizio Curcio. “Continuaremos buscando hasta el final”, agregó.
“Hay todavía mucha gente bajo los escombros, no sabemos cuántos hay. Usamos todo lo que sirve para excavar, palas, hierros y hasta nuestras propias manos desnudas. Esta mañana a las 4:30 a.m. he sacado de los escombros a los padres vivos, pero los dos niños estaban muertos. Es algo horrible que no puedo dejar de pensar”, señala al Corriere della Sera uno de los bomberos, que ha trabajado a destajo durante toda la noche en las labores de rescate en Amatrice.
En este pueblo montañoso, situado a unos 140 kilómetros al norte de Roma, han muerto 170 personas, según los datos de Protección Civil. Su alcalde, Sergio Pirozzi, pide colaboración para liberar las vías de acceso al pueblo y facilitar así la llegada de los servicios de emergencia. “Hay personas debajo de los escombros y hay barrios que ya no existen”, lamenta en declaraciones a la televisión pública RAI. Los vecinos de Amatrice entrevistados por los medios italianos aseguran que la localidad “se ha borrado del mapa” pues casi “el 70% de las casas se ha derrumbado” por el seísmo.
Las labores rescate en las que participan mil 700 bomberos, mil 300 agentes de diversos organismos de la policía italiana, así como 3 mil operadores de instituciones como Cruz Roja, Socorro Alpino o Protección civil continúan sin pausa desde hace más de 24 horas. Los equipos cuentan también con perros rastreadores que intentan encontrar con vida a personas bajo montañas de escombros, algunas de hasta una decena de metros. Amatrice ha habilitado en su entrada un improvisado hospital de campaña, pero los heridos más graves han sido trasladados a los hospitales más cercanos de la provincia de Rieti.
Se han visto escenas milagrosas en medio de todo el caos. Como la de un hombre que tras más de 12 horas enterrado bajo los escombros a más de 6 metros de profundidad consiguió llamar la atención del equipo de rescate. Los perros rastreados lograron encontrarlo finalmente.
Las operaciones de búsqueda y socorro resultan extremadamente arriesgadas porque los edificios corren el riesgo de caer ante nuevas sacudidas. De hecho, el movimiento sísmico ha continuado durante toda la noche en las regiones de Las Marcas, Umbria y Lacio. A las 5:17 a.m. (hora local) se ha producido el temblor más fuerte de magnitud 4.5 con epicentro en Accumoli, un pequeño pueblo de 700 habitantes, que han provocado el derrumbamiento de varios edificios y ha bloqueado el acceso de algunas vías.
Según el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, el terremoto ha tenido una magnitud de 6.0, con una profundidad de 4 kilómetros. La tierra tembló durante 142 segundos.

