“Tantos marginados, tantos refugiados... Tantos que no quieren asumir la responsabilidad de su destino”, lamentó el Papa en la misa de Domingo de Ramos que celebró en la mañana de este domingo 20 de marzo en la Plaza de San Pedro del Vaticano –adornada para la ocasión con varios olivos en torno al obelisco -.
En esta primera celebración de Semana Santa que conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, Francisco arremetió contra los indiferentes que dejan a su suerte a los cientos de miles de refugiados que escapan de guerras y conflictos. Miles de ellos llevan varias semanas varados en la frontera entre Grecia y Macedonia, debido al cierre de fronteras de varios países de la Unión Europea acampados en el barro, en condiciones pésimas de higiene, sin agua potable y asistidos solamente voluntarios de las ONG.
Precisamente este domingo entra en vigor el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía que dará un portazo definitivo a todos los migrantes que lleguen de forma irregular a las islas griegas del Mar Egeo al obligar a expulsarlos a todos y llevarlos a Turquía.
Jorge Mario Bergoglio que este Jueves Santo lavará los pies a refugiados de un centro de Roma, aseguró que "Jesús también experimenta en su propia piel también la indiferencia pues nadie quiere asumir la responsabilidad de su destino", explicó.
Una procesión de cardenales de la Curia Romana, ataviados con las casullas rojas y sosteniendo las palmas blancas, llegó hasta el altar de la basílica de San Pedro. El Papa llegó el último, presidió la celebración e impartió la bendición apostólica en este primer evento de Semana Santa.
Ante miles de fieles de todas las partes del mundo se congregaron en la plaza del Vaticano, Francisco recordó cómo cuando Jesús de Nazaret entró a Jerusalén “la muchedumbre” lo acogió con “entusiasmo, agitando las palmas y los ramos de olivo” y al grito de “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”.
Sin embargo, relató que a la entrada triunfal le siguió una “humillación”, “sin justicia” que “parece no tener fin”. “La humillación que sufre Jesús llega al extremo en la Pasión: es vendido por treinta denaros y traicionado por un beso de un discípulo que él había elegido y llamado amigo. Casi todos los otros huyen y lo abandonan; Pedro lo niega tres veces en el patio del templo”, explicó.
Hijo de inmigrantes italianos del norte de Italia, Bergoglio es tajante ante la cuestión migratoria. Preguntado en una ocasión sobre la decisión de varios países de blindar sus fronteras con alambres de espino, Francisco sentenció que este drama es provocado en buena parte por “la explotación de un continente contra África” y por las “guerras interesadas”. Para el pontífice argentino, el fenómeno migratorio -calificado por la ONU como sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial- se resuelve invirtiendo dinero en ayuda al desarrollo.
“Todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución. El problema permanece. Y permanece con más odio”, exclamó durante el viaje de regreso desde Estados Unidos a Roma.
Al lavarle los pies a 12 refugiados, el papa Francisco volverá a llamar la atención a la comunidad internacional, a los actores políticos y a la gente en general, ante esta terrible tragedia a la que nadie parece saber dar una solución.

