RÍO DE JANEIRO, Brasil. (AFP).– El papa Francisco oficia este domingo en la célebre playa de Copacabana una misa multitudinaria al borde del mar, donde se aguarda la presencia de hasta tres millones de personas, en su séptimo y último día en Brasil.
El primer Papa latinoamericano paseó primero en papamóvil descubierto por la avenida que bordea el mar, saludando a cientos de miles de jóvenes peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que pasaron la noche en la playa, en una gigantesca vigilia.
Varias veces estrechó manos y volvió a tomarse un mate que le ofreció un joven. “¡Viva el Papa!”, grita la gente, en delirio.
La víspera, al inicio de la vigilia, el Papa argentino, de 76 años, pidió a los jóvenes “meterse en la vida” y no mirarla pasar desde el balcón, ser protagonistas del cambio, interesarse por la política y los problemas sociales y no dejarse ganar por la apatía.
“Los jóvenes en las calles quieren ser protagonistas del cambio. Por favor no dejen que otros sean protagonistas del cambio”, pidió ante dos millones de personas que le aclamaban, muchas de ellas llorando, tras recientes protestas callejeras que sacudieron Brasil en demanda de mejores servicios públicos y contra la corrupción y el derroche del gasto público.
La misa, prevista a las 10:00 a.m. horas local (13:00 GMT), será el cuarto evento masivo del pontífice en la playa de Copacabana. Asistirán 60 cardenales, mil 500 obispos y 11 mil sacerdotes, así como unas tres millones de personas, según el alcalde de Río, Eduardo Paes, quien indicó que se espera batir “el récord histórico” de afluencia en esta playa.
El Papa, que no acuerda nunca entrevistas, concedió una no obstante a la radio del arzobispado de Río, donde subrayó que la familia “es importante, necesaria, para la sobrevivencia de la humanidad”.
También insistió una vez más en la importancia de la “solidaridad”, y deploró que ésta sea considerada a veces como una mala palabra.

