El papa Francisco se erigió una vez más como un auténtico inspirador para los jóvenes al instarles a construir con cada una de sus acciones “un mundo mejor” en una multitudinaria vigilia de oración que precede a la ceremonia de este domingo de traspaso de la cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Francisco se apartó del discurso que le habían preparado y comenzó a improvisar.
“Es feo ver a un joven que se jubila con 20 años, que se queda en el sofá, cómodo. El mundo necesita jóvenes que vayan deprisa, que sientan que la vida les ofrece una misión, que caminan y miran al futuro”, señaló. “Un joven que no arriesga es un viejo dentro”, comentó.
Decenas de jóvenes de Panamá y otros países de Centroamérica comenzaron a llegar desde primera hora de la tarde hasta la céntrica basílica de Santa María la Mayor de Roma, que según la tradición conserva en su interior varias reliquias, como el trozo de tela del tamaño de una mano que utilizó la virgen María para envolver al niño Jesús.
Fiel a su estilo de líder religioso que moviliza a las masas, Jorge Mario Bergoglio pronunció un discurso con entusiasmo en el que invitó a los jóvenes a entregarse a los demás, “siguiendo el ejemplo de Jesús, que ofrece su vida por la humanidad”. “La felicidad está en nuestra entrega”, subrayó. Francisco habló con claridad del próximo sínodo de los obispos que ha convocado para octubre de 2018, centrado en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Con un gesto revelador, que no suele acaecer de boca de un pontífice, pidió expresamente que la Iglesia católica incluyera tanto a los que se sienten “ateos” como a los “agnósticos”.
“El sínodo es para todos los jóvenes, porque ellos son los protagonistas. También los agnósticos, los que están lejos de la Iglesia, los que tienen la fe destemplada y también los jóvenes que se sienten ateos”, subrayó.
El papa Francisco insistió en la necesidad de que los sacerdotes y los religiosos escuchen lo que estos tienen que decirle. “En Italia y en otros países la confirmación es el sacramento del adiós”, dijo con tono jocoso, pero evidenciando una realidad que le preocupa. Bergoglio sabe que la Iglesia pierde fieles en todos los continentes, sobre todo, jóvenes. “La Iglesia quiere escuchar a los jóvenes. Tiene necesidad de más primavera, que es la estación de los jóvenes”, determinó.
Esta es la segunda vez que los jóvenes panameños, que estos días se concentran en Roma, veían al pontífice. La primera vez fue durante la catequesis semanal que cada miércoles Jorge Mario Beroglio preside en la plaza de San Pedro.
Jorge Mario Bergoglio arremetió también contra el principal drama que lacera la juventud: el descarte. “Los jóvenes son descartados, no tienen trabajo, no tienen ideales, falta educación, falta integración; los jóvenes son constreñidos a emigrar en busca de un futuro mejor”, dijo. “Es duro decirlo, pero los jóvenes son material de descarte y esto no puede permitirse. Vamos a ir a Panamá para decir que estamos en camino. Tenemos que dar un valor a los jóvenes”, exclamó con fuerza. Finalmente reconoció: “No sé si seré yo, pero habrá un papa que irá a la JMJ”.
El papa Francisco cumplió en marzo cuatro años de pontificado, en los que se ha destacado por el intento de transformar una institución milenaria hundida y denostada por los escándalos, en un referente mundial de esperanza para los descartados de la sociedad.

