Campesinas encienden velas y rezan en sitio de masacre de 1985 en Perú

Campesinas encienden velas y rezan en sitio de masacre de 1985 en Perú
La masacre fue perpetrada el 14 de agosto de 1985, durante la guerra interna en Perú (1980-2000). AFP/Ernesto Benavides

Entre lágrimas, humildes campesinas andinas peruanas encendieron velas y rezaron este jueves ante las ruinas de una antigua casa en medio de un campo de maíz, donde sus familiares fueron masacrados por una patrulla militar en 1985.

“Aquí quemaron a toda mi familia”, dijo a la AFP Terencia Gamboa, vestida con traje típico andino y sombrero, mientras observaba los restos de la casa donde fueron asesinados sus parientes.

Una patrulla militar al mando del subteniente Telmo Hurtado mató a casi todos los habitantes de la aldea de Accomarca, en la región andina de Ayacucho, alegando que eran integrantes de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso.

Terencia Gamboa, de 60 años, perdió a su madre y dos hermanos. Tenía entonces 23 años y se salvó porque estaba trabajando en Lima.

La masacre fue perpetrada el 14 de agosto de 1985, durante la guerra interna en Perú (1980-2000), periodo en que los campesinos pobres de los Andes fueron carne de cañón tanto para las guerrillas como para el Ejército.

Hurtado, apodado “el carnicero de los Andes”, ahora está preso tras ser extraditado desde Estados Unidos.

La fiscalía informó a la AFP que se “identificó con ADN” a 37 víctimas entre al menos 69 pobladores ejecutados ese día en Accomarca, cuyos restos óseos y vestimentas fueron hallados en una fosa común en 2007.

Campesinas encienden velas y rezan en sitio de masacre de 1985 en Perú
Los restos de las víctimas, que fueron identificados con muestras de ADN serán sepultados el viernes en el cementerio del cerro San Cristóbal. AFP/Ernesto Benavides

“Cada vez que venimos acá es para poner velas y orar porque aquí mataron a mi mamá”, declaró a la AFP la campesina quechuahablante Catalina Ochoa, de 59 años, quien perdió a su madre en la masacre.

Los restos de las víctimas, que fueron identificados con muestras de ADN, comenzaron a ser entregados el miércoles por la Fiscalía a sus familiares.

Serán sepultados el viernes en el cementerio del cerro San Cristóbal, donde antes había una base militar, 37 años después de la masacre. En total, serán enterrados 80 restos, porque hay otros que corresponden a otras matanzas, explicó la fiscalía.

Desde hace años el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) lleva adelante esfuerzos para encontrar a los miles de desaparecidos de la guerra interna de Perú.

Según el informe divulgado en 2003 por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, existían en el país unas 4,000 fosas comunes con víctimas del conflicto.

“Es un dolor para todos nosotros, es una herida que nunca vamos a olvidar y estará en nuestros corazones”, dijo a la AFP María Baldeón Ramírez, de 55 años, quien perdió a su madre, dos hermanos y a su tía.

“Nos entregaron los huesitos de mi madre y su chompa [suéter]. De mi hermano solo nos entregaron su gorrito, nos dijeron que sus huesitos se hicieron cenizas”, agregó la mujer tras colocar flores y velas en el lugar.

Dentro de lo que era la casa de abode se observan restos de ceniza y vasijas de barro rotas. A unos 15 metros estaba la fosa donde los lugareños enterraron a las víctimas tras la matanza y colocaron cruces de madera.

“Éste es un santuario ecológico que va ser preservado, porque es uno de los lugares que da testimonio de este suceso que ha acontecido en Accomarca”, dijo a la AFP el alcalde de la aldea, Fernando Ochoa.

“Para nosotros es un dolor inmenso, es una herida que no cierra”, agregó el alcalde, quien perdió a tres familiares, entre ellos su abuela, a manos del “carnicero de los Andes”.

Las campesinas se congregaron en la plaza del pueblo y acudieron en camiones y camionetas al campo de maíz para orar.

Tras la visita al sitio de la matanza, volvieron a la iglesia del pueblo, donde son velados desde el miércoles los ataúdes con los restos de sus seres queridos.

Sobre unos ataúdes que contienen restos de algunos de los niños asesinados, sus familiares colocaron golosinas y globos.

Una ceremonia fúnebre se realizará el viernes en la plaza del pueblo. Luego los ataúdes van a ser llevados al cementerio, situado a un kilómetro de distancia.

“Al fin voy a poder enterrar a mi madre y tener un lugar donde podré llorar y llevarles flores”, declaró llorando Baldeón sosteniendo unas fotos de sus familiares, agregando que su madre “era una mujer inocente de campo”.


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