“Es increíble” el sentimiento de estar de vuelta, dijo el periodista estadounidense Danny Fenster al abrazar a sus padres y hermano en el aeropuerto de Nueva York, adonde llegó este martes tras ser indultado y expulsado de Birmania por las autoridades militares.
Fenster, de 37 años, con larga barba cubierta por una mascarilla, su gorro emblemático, demacrado y delgado, llegó acompañado del diplomático estadounidense Bill Richardson, quien medió con las autoridades birmanas para conseguir su liberación.
“Es un momento que he estado imaginando intensamente durante todo este tiempo”, pero “ha superado todo lo imaginado”, dijo a la prensa tras fundirse en un abrazo con sus padres Buddy y Rose y su hermano Bryan.
El pasado viernes, las autoridades militares lo condenaron a 11 años de cárcel por incitación a la disidencia, asociación ilegal y vulneración de la ley de visados.
Pero fue liberado el lunes, un día antes de su cita en el banquillo para responder a las acusaciones de terrorismo y sedición que le habrían supuesto una condena perpetua. Ese mismo día viajó a Doha, Catar, antes de emprender vuelo a Estados Unidos.
La junta militar alegó “razones humanitarias” para justificar la liberación del periodista, poniendo fin a 176 días de detención en una cárcel de la era colonial por la que han pasado la mayoría de los disidentes más famosos del país.
“Fui detenido y mantenido en cautiverio sin ninguna razón (...) pero físicamente estaba sano. No sufrí hambre ni golpes”, dijo Fenster a la prensa en su escala en la capital catarí.
Conforme se alargaba su cautiverio, “temía que esto no acabara nunca, así que mi principal preocupación era mantenerme cuerdo”, dijo.
Su liberación fue facilitada por las negociaciones que llevó a cabo Richardson “cara a cara” con el jefe de la junta Min Aung Hlaing.
El exdiplomático aseguró en Nueva York que había realizado esta misión por su cuenta y no en nombre del gobierno estadounidense.

