Una nueva investigación liderada por el ecólogo forestal Evan Gora, del Cary Institute of Ecosystem Studies y científico visitante del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), advierte que las tormentas eléctricas podrían estar causando más muertes de árboles tropicales que las sequías o el aumento de temperaturas.
El estudio, publicado en la revista Ecology Letters, destaca que este tipo de tormentas —conocidas como tormentas convectivas—, aunque breves, son cada vez más frecuentes e intensas debido al cambio climático, provocando la caída de árboles por la fuerza del viento y los rayos. A diferencia de los huracanes, estas tormentas localizadas han sido subestimadas como un factor clave en la pérdida de masa forestal.
“Los bosques tropicales son los pulmones del planeta y están perdiendo árboles a un ritmo alarmante. Si no entendemos por qué ocurre, podríamos comprometer su capacidad de capturar carbono y su biodiversidad”, advirtió Gora.
El equipo científico demostró que las tormentas explican entre el 30% y el 60% de la mortalidad arbórea en estudios de largo plazo, rivalizando con causas tradicionalmente reconocidas como la sequía. Además, el estudio encontró que la frecuencia de estas tormentas ha aumentado entre un 5% y un 25% por década, lo que podría tener implicaciones críticas para el clima global.

“Nunca nos enseñaron que las pequeñas tormentas convectivas podrían ser una causa principal de muerte en los bosques. Sin embargo, los datos lo dejan claro”, afirmó Ian McGregor, coautor del estudio.
Uno de los desafíos para estudiar estos fenómenos ha sido su difícil detección. A diferencia del estrés térmico, que puede medirse con estaciones meteorológicas, los efectos localizados de las tormentas no se perciben fácilmente desde satélites, ni pueden monitorearse a pie con frecuencia suficiente.

Ante esta limitación, el proyecto Gigante, codirigido por Gora y la investigadora Adriane Esquivel-Muelbert (Universidad de Birmingham), emplea tecnología avanzada como sensores de rayos y drones, junto a equipos de campo, para detectar de manera más precisa la mortalidad arbórea en grandes zonas de bosques tropicales.
Además de identificar esta amenaza, el estudio hace un llamado urgente a incluir a las tormentas eléctricas como variable en los modelos climáticos y en las estrategias de conservación y reforestación. Las tormentas afectan principalmente a árboles maduros, lo que implica que errores en la selección de especies para reforestar podrían revelarse décadas después.
“Necesitamos una visión integral de lo que realmente está matando los árboles tropicales. Solo así podremos diseñar planes de manejo y restauración forestal sostenibles a largo plazo”, subrayó Gora.
El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, con sede en Panamá, promueve el conocimiento de la naturaleza tropical y su conservación. Más información está disponible en su página web y redes sociales.


