UAGADUGÚ, Burkina Faso. (EFE).- Millones de personas en la región del Sahel hace meses que comen sólo una o dos veces al día y esa ingesta se reduce a una pasta muy poco nutritiva hecha de agua y cereales, y a hojas de algunos árboles o que recogen en los márgenes de las carreteras.
Las ONG que trabajan sobre el terreno y las organizaciones internacionales han dado ya la voz de alarma. Si no hay una intervención de ayuda inmediata y no llueve lo suficiente en los próximos dos meses, gran parte de la población de Burkina Faso, Mauritania, Mali y Chad padecerán en otoño una hambruna.
"Tenemos que evitar que se repita lo que ocurrió en los países del Cuerno de África y que nos encontremos con otra catástrofe humanitaria", alerta Omer Kaboré, director en Burkina Faso de Intermón Oxfam, durante una visita que un grupo de periodistas españoles hizo la semana pasada a este país organizada por la ONG.
Intermón ha denunciado que la campaña por el Sahel lanzada por la ONU el pasado diciembre no ha cumplido con las expectativas de recogida de recursos. Aún no se han desembolsado ni la mitad de los fondos comprometidos: mil 500 millones de dólares para la región.
En Burkina Faso, todo el mundo mira hacia el cielo. Y rezan, sean católicos, musulmanes o animistas, para que la estación de las lluvias que acaba de empezar sea abundante.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU estima que más de 18 millones de personas padecen inseguridad alimentaria en el Sahel y que más de un millón y medio son niños que podrían padecer malnutrición grave.