La quema de desechos, una práctica contaminante que desvirtúa los créditos plásticos

La quema de desechos, una práctica contaminante que desvirtúa los créditos plásticos
Una escolar pedalea en su bicicleta cerca de la fábrica de cemento Chip Mong Insee, en la provincia camboyana de Kampot, el 9 de enero de 2025. AFP

Los créditos plásticos fueron diseñados para reciclar este material omnipresente. Pero en muchos casos, el plástico desechado acaba siendo quemado como combustible en una cementera y contaminando el entorno. Una historia tristemente familiar para los habitantes de Touk Meas, en el sur de Camboya.

Dos veces al día, las sirenas de la cementera Chip Mong Insee, en Camboya, resuenan para avisar del estallido de explosivos. El objetivo: extraer de la montaña la piedra caliza que será cocida y utilizada como materia prima en la fábrica.

Para apreciar bien la columna de humo blanco de los hornos hay que visitar el pueblo por la noche. Por el día, los habitantes ven el polvo recubrir la zona, un fenómeno que según los vecinos explica las enfermedades respiratorias observadas desde que empezó a funcionar la fábrica.

La planta de cemento, perdida en el sur de Camboya, en el pueblo de Touk Meas, es un eslabón discreto pero típico de un nuevo sector muy en boga entre las grandes empresas: los créditos plásticos.

El funcionamiento de estos créditos es el siguiente: una empresa vendedora de productos de consumo embalados en plástico paga a un intermediario para que recoja y gestione los desechos plásticos. Por lo general, un crédito comprado implica una tonelada de plásticos recogidos.

Idealmente, estos desechos son reciclados. El problema es que la mayoría terminan siendo quemados a modo de combustible alternativo al carbón en plantas cementeras.

Una técnica conocida como coprocesamiento, que resulta muy dañina para la población circundante por la emisión de químicos tóxicos resultante.

Una investigación de AFP y de SourceMaterial -una ONG que aglutina a reporteros especializados en investigaciones sobre cambio climático y corrupción-, reveló que el sistema de los créditos plásticos depende en buena medida de la industria cementera, más contaminante que la de la aviación.

"La carga (...) es para la comunidad, y el beneficio para las empresas", resume Miriam Rotkin-Ellman, una especialista en salud pública.

“Hay un divorcio total entre el que se beneficia y el que resulta dañado”.

Media docena de vecinos del horno Chip Mong Insee dicen padecer los mismos problemas de salud.

"A menudo tosemos", dijo Pheara, quien como todos los residentes de la zona pidió ser identificado por su primer nombre.

"Antes, cuando nos enfermábamos, tomábamos unas pocas medicinas, pero ahora tenemos que tomar varias rondas e incluso cambiar de médico para curarnos", contó Pheara.

El horno creó empleos en la zona pero no mejoró su vida. "No quiero vivir aquí porque es muy polvoriento", comentó la mujer. "El problema es que no sé quién estaría dispuesto a comprar mi casa".

“Una solución endeble”

Según la OCDE, al menos 22 millones de toneladas de desechos plásticos ingresaron al medio ambiente en 2019.

Los más afectados son países pobres con poca capacidad de manejo de desechos, como Camboya, donde el plástico congestiona calles, campos y ríos.

Además este sector, concentrado en Asia, África y América Latina, no tiene reglas universales.

Auditores autodesignados certifican los créditos basados en estándares diversos con poca supervisión gubernamental.

Entre los compradores están Colgate-Palmolive, PepsiCo y Mondelez. BloombergNEF proyecta que el mercado de los créditos plásticos podría ascender a 4.200 millones de dólares para 2050.

Pero considerando cómo se hacen las cosas actualmente, esta proyección no es una buena noticia para algunos.

"Es una solución endeble", sostiene Piotr Barczak, gerente del programa de economía circular de la fundación ACEN. "Permite a las empresas de plástico seguir con su modelo de negocio".

Las empresas que ofrecen y certifican los créditos reconocen que los compradores no están obligados a cambiar su modo de proceder.

Pero argumentan que, al menos, el hecho de comprar créditos por un precio de entre 140 y 670 dólares encarece al menos sus prácticas habituales.

“Se empieza a alcanzar un punto de equilibrio, en el que el incentivo económico consiste en tomar más medidas”, apunta en ese sentido Sebastian DiGrande, ejecutivo del registro de créditos PCX Markets.


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