Se trata de un jaguar que llevaba horas nadando en el Río Negro, en el corazón del Amazonas, cuando los pasajeros de las embarcaciones alertaron a las autoridades.
Tras su rescate, un examen reveló que tenía más de 30 fragmentos de plomo en el cuello y la cabeza y que también había perdido varios dientes tras ser baleado.
Hoy se recupera en un zoológico privado de Manaos, Brasil, pero su caso refleja los desafíos que enfrenta la fauna amazónica ante la expansión humana.


