El megatifón Goni, el más poderoso de este año, se abatió este domingo sobre Filipinas, donde las autoridades hablan de condiciones “catastróficas” tras haber evacuado a más de 300.000 personas en previsión de inundaciones y de vientos “destructores”.
Unas horas antes de tocar tierra en la isla de Catanduanes hacia las 20h50 GMT del sábado, Goni se había reforzado, pasando a la categoría de supertifón, con vientos de hasta 225 km/h, según la agencia de meteorología filipina.
En las próximas 12 horas se esperan “vientos de una violencia catastrófica y lluvias intensas y torrenciales” en la región de Bícol, en el sureste de la isla principal de Luzón y en la de Catanduanes, precisó. “Es una situación particularmente peligrosa para estas regiones”, advirtió la agencia.
En Catanduanes, la situación es “extremadamente peligrosa” ya que se teme un aumento del nivel del mar de hasta tres metros y “daños catastróficos debidos al viento”.
Goni llega una semana después de Molave, que golpeó la misma región, matando a 22 personas e inundando una gran zona agrícola, antes de continuar su ruta hacia Vietnam.
“Los vientos son feroces. Podemos oír cómo aporrean a los árboles”, dice Francia Mae Borras, de 21 años, a la AFP desde su casa en la ciudad costera de Legazpi.
🇵🇭 | AHORA: Tifón Goni en Albay, Filipinas. pic.twitter.com/lS0IhW8bRx
— Alerta News 24 (@AlertaNews24) November 1, 2020
El viento arrancó de cuajo los tejados de dos refugios y los ocupantes se fueron a las plantas bajas", dijo el jefe de seguridad pública de la provincia de Albay, Cedric Daep a la radio DZBB.
El jefe de Defensa Civil, Ricardo Jalad, había dicho que “casi un millón” de personas habían sido evacuadas de sus viviendas en la región de Bícol que incluye la parte sur de Luzón y Catanduanes, pero el portavoz regional Alexis Naz rebajó el domingo esta cifra a unas 316.000 personas.
Unos 31 millones de personas se encuentran en la senda del tifón Goni, dijeron las autoridades, incluida Manila, donde hay planes para evacuar a residentes de las zonas bajas por el riesgo a ser inundadas por las fuertes lluvias.
El aeropuerto de la capital ha sido cerrado.
Las autoridades emitieron una alerta que llegó a los teléfonos móviles del riesgo de fuertes vientos en Manila y las provincias vecinas en las próximas horas.
Asimismo, las autoridades vigilan los volcanes Mayon y Taal por posibles avalanchas de lodo volcánico.
Las autoridades enviaron el sábado a las zonas de riesgo equipos de respuesta de emergencia y víveres.
Las escuelas, cerradas debido a la pandemia, se han convertido en refugios de emergencia, así como los centros de evacuación administrados por el gobierno y los gimnasios.
“La evacuación de las poblaciones amenazadas es aún más complicada este año debido al covid-19”, explicó a la AFP Alexis Naz.
Mary Ann Echague, de 23 años, y sus dos hijos, así como sus padres y hermanos huyeron de su domicilio situado en Legazpi, ciudad costera de la región de Bícol, para refugiarse en una escuela donde comparten un aula con varias familias.
La familia, ya víctima de otros tifones, se llevó un hornillo, carne en conserva, pasta instantánea, café, pan, almohadas y mantas.
“Cada vez que nos ha afectado un tifón nuestra casa ha sufrido daños, y después la construimos de madera y el tejado de chapa metálica”, dice antes de reconocer que “siempre nos hemos apañado”.
Cientos de personas se quedaron bloqueadas después de que los guardacostas ordenaron a los ferries y a los barcos pesqueros permanecer amarrados ya que se esperaban olas de hasta 15 metros en alta mar.
Se espera que Goni se debilite “considerablemente” a su paso por la isla de Luzón antes de llegar el lunes por la mañana al Mar de China Meridional, según los servicios meteorológicos.
Los filipinos se ven afectados cada año por un promedio de una veintena de tormentas tropicales y tifones, que destruyen cosechas, casas precarias e infraestructuras, manteniendo a poblaciones enteras en la pobreza permanente.
La peor tormenta de la historia reciente fue en 2013. El tifón Haiyan causó más de 7,300 muertos, sobre todo en la ciudad central de Tacloban, que quedó sumergida por olas gigantes.
