REDACCIÓN INTERNACIONAL.- (AFP).- La comunidad internacional expresó su fuerte inquietud tras el nuevo estallido de violencia entre budistas y musulmanes en el oeste de Birmania que dejó al menos 56 muertos y provocó una nueva ola de desplazados.
Tras varias semanas de aparente tranquilidad en el Estado de Rakhine, la violencia entre budistas de la etnia rakhine y rohingyas, una minoría musulmana apátrida considerada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una de las más perseguidas en el mundo, volvieron a estallar el domingo.
Un portavoz del gobierno rakhine dio cuenta de al menos 56 muertos. "25 hombres y 31 mujeres murieron en cuatro comunas", indicó el viernes a la AFP Win Myaing, portavoz del gobierno, precisando que unas 2 mil viviendas fueron incendiadas.
El balance podría ser aún más grave, según otro responsable que evocó, pidiendo el anonimato, 67 muertos. Al menos 75 mil personas, en su gran mayoría rohingyas, fueron desplazados en la primera ola de violencia.
Los últimos días son miles los que llegan cada día a pie o en barco hacia los campamentos en los alrededores de Sittwe, capital del Estado de Rakhine. Los campamentos están sobrepoblados y faltan alimentos así como cuidados médicos para los desplazados.

