El papa sabe que la moral católica choca con los hábitos de la mayor parte de la sociedad, también entre sus seguidores. Por eso pretende abrir las puertas de la Iglesia a aquellos que no asumen sus enseñanzas y acercarles el Evangelio de forma “más flexible”, menos “elitista”, pero, sobre todo, sin tantas “normas y marcos obligatorios”.
En la exhortación apostólica Christus vivit (Cristo vive), publicada este martes por el Vaticano, el papa Francisco pide explícitamente una Iglesia abierta a los jóvenes que no asumen todas sus enseñanzas.
“La pastoral juvenil siempre debe incluir momentos que ayuden a renovar y profundizar la experiencia personal del amor de Dios y de Jesucristo vivo. Pero jamás debe sustituirse esta experiencia gozosa de encuentro con el Señor por una suerte de 'adoctrinamiento”, advierte.
El texto consta de 299 apartados, distribuidos en nueve capítulos, en los que Jorge Mario Bergoglio admite que las cuestiones de moral sexual son muchas veces “causa de incomprensión y de alejamiento de la Iglesia” y denuncia cierta actitud de “juicio y de condena” por parte de la institución.
Sin ahondar en más detalles, el papa señala que los jóvenes quieren poner sobre la mesa temas como el sexo, la homosexualidad o la reciprocidad entre hombres y mujeres, que en ciertos ámbitos eclesiásticos siguen siendo un tema silenciado.
En Panamá, por ejemplo, no hay una ley que contemple una educación sexual y reproductiva integral dirigida a adolescentes en el currículo escolar obligatorio.
“Los miembros de la Iglesia no tenemos que ser bichos raros”, defiende Bergoglio.
En este sentido, el papa afirma que el matrimonio “no está pasado de moda” y específicamente insta a hablar de sexo con los jóvenes.
“Recuerdo que Dios nos creó sexuados. Él mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus criaturas. Dentro de la vocación al matrimonio hay que reconocer y agradecer que la sexualidad, el sexo, son un don de Dios. Nada de tabúes. Tienen dos propósitos: amarse y generar vida. Es una pasión, es el amor apasionado. El verdadero amor es apasionado”, asegura.
El documento magisterial- el sexto firmado por Francisco- nace de las conclusiones de la reunión episcopal sobre la juventud, en la que Panamá estuvo representada por el cardenal José Luis Lacunza, seguida por el obispo de Colón-Kuna Yala, Manuel Ochogavía Barahona y el asistente juvenil de la Conferencia Episcopal de Panamá, Yithzak Yerel González Murgas.
En el documento final del sínodo de obispos celebrado en el Vaticano en octubre del año pasado se impulsaba la acogida a las personas homosexuales en la Iglesia o la necesidad de fomentar el liderazgo femenino, pero estos temas son los grandes ausentes de la exhortación apostólica.
En el texto, firmado el pasado 25 de marzo en Loreto y publicado este martes 2 de abril, el pontífice dedica un apartado a los abusos titulado 'Poner fin a todo tipo de abusos' en el que asegura que "ya no hay vuelta atrás".
El compromiso del papa para luchar contra la lacra de la pederastia pasa por la adopción de “medidas rigurosas de prevención” y la aplicación de “acciones y sanciones” contra los que abusan de niños.
El pontífice argentino dice que los sacerdotes pederastas “no son la mayoría” y pide a los jóvenes que se atrevan a corregir al presbítero que “está equivocando el rumbo”.
En este sentido, reconoce que los pecados de la Iglesia “están a la vista de todos” y se reflejan “sin piedad” en las arrugas de su “rostro milenario”.
Francisco también arremete contra los colegios católicos convertidos en un búnker que se concentran en una "instrucción religiosa" que es "incapaz de provocar experiencias de fe perdurables".

