Los próximos días se perfilan como de alta tensión para Irán, que se encuentra en una encrucijada diplomática con su programa nuclear ya que el reloj está corriendo y amenaza con pararse en cinco días, el 28 de septiembre.
Las negociaciones que se están desarrollando en Nueva York son la última esperanza que le queda a Teherán para evitar la reimposición de severas sanciones de Naciones Unidas y un aislamiento mayor. El desenlace podría desestabilizar aún más la región.
El ambiente es de cautela y no disimula su preocupación, Rafael Grossi, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), quien ya había anunciado en Viena la semana pasada que había acercamiento con Irán para reactivar inspecciones, pero que faltaba llegar a un acuerdo definitivo, en eso están esta semana.
Ahora en entrevista con medios, Grossi, utilizó un eufemismo para describir la actual etapa de conversaciones con Irán. Ha dicho que están en “fase difícil”, de lo cual entendemos que en esta recta final aún quedan desafíos enormes que afrontar.

Este 28 de septiembre es la marca del punto de no retorno, si no se llega a un acuerdo en esa fecha, se activa el mecanismo de reactivación de sanciones de la ONU, conocido como el “snapback”. Llegado el día y la hora, sin acuerdo, se activará de forma inmediata.
Hace unas semanas, en el Cairo, Irán y el OIEA alcanzaron un acuerdo técnico para reanudar inspecciones progresivas. Fue una muy buena noticia, pero la desconfianza persiste. A fines del mes pasado la Troika Europea (Alemania, Francia y Gran Bretaña acusó a Irán de incumplir con el acuerdo del 2015.
El Consejo de Seguridad de la ONU votó el pasado viernes 19 de septiembre a favor de reactivar las sanciones contra Irán. Aunque la resolución no alcanzó los nueve votos necesarios, el proceso quedó abierto y la presión internacional se ha intensificado.
Pudimos conversar con el experto el tema, el profesor de la universidad de Raichman Herzelya, Meir Javendanfar, nacido en Irán y de visita en Panamá, quien vaticina que si el régimen iraní logra reconstruir su programa nuclear y su programa de misiles, la próxima guerra está próxima.
Javendafar asegura que detrás de la inestabilidad de la región está Irán, financiando a los hutíes en Yemen, los chiitas en Irak, Jezbolah en Líbano y Siria y al movimiento radical islámico palestino, Hamás.

A Nueva York ya llegó la delegación iraní, liderada por el ministro de Relaciones Exteriores, Abbas Araqchi, quien tiene la misión clara de defender ante la ONU “naturaleza pacífica” del programa nuclear iraní.
Busca a contrarreloj, en el marco de la semana de alto nivel de la Asamblea General de la ONU, desactivar el mecanismo “snapback” y encontrar un camino en el que Occidente esté más confiado de los verdaderos propósitos de Irán.
Pero el terreno es volátil. Los señalamientos de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) indican que Teherán ha permitido y elevado el enriquecimiento de uranio al 60%, un nivel alarmante que pareciera encaminarse hacia un arma nuclear.
Las relaciones de la OIEA con Irán se suspendieron hace unos meses, cuando el organismo denunció que Teherán había impedido la supervisión en sus instalaciones nucleares, tras lo cual Israel y Estados Unidos atacaron objetivos iraníes.
Los políticos iraníes tampoco lo ponen fácil para su país. Recientemente, 71 parlamentarios (24.5% del total) enviaron una carta al Consejo Supremo de Seguridad Nacional solicitando una “reevaluación de la doctrina de defensa del país” y un viraje hacia la producción de un arma nuclear.
La preocupación no se limita a Israel, Estados Unidos y las potencias europeas. En la región, Arabia Saudita y Emiratos observan con recelo, ya que una potencia nuclear vecina alteraría el equilibrio estratégico del Golfo. Turquía, que también comparte frontera con Irán, ha reforzado medidas de control ante la posibilidad de que la crisis se desborde hacia su territorio.
El reloj nuclear avanza. La diplomacia de Teherán enfrenta un desafío en la ONU: debe abrir sus puertas sin restricciones a las inspecciones y esclarecer el destino del material ya procesado. Está en juego el futuro de su economía, ya aislada y golpeada, así como el rumbo de su desarrollo tecnológico. Irán debe decidir si continuará desafiando a la comunidad internacional o si buscará un camino de diálogo con Europa y la ONU para evitar una catástrofe diplomática.

