La violencia en América Latina, ¿mal endémico o expresión de la desigualdad?

 

REDACCIÓN INTERNACIONAL, (AFP).- La violencia que alcanza niveles récord en América Latina es a la vez producto de las transformaciones políticas recientes, de las desigualdades generadas por el crecimiento económico pero también de una cultura de la violencia de larga data, señalan diferentes analistas.

A pesar del fin de varios conflictos civiles en estos últimos años (Guatemala, El Salvador) o de la caída de su intensidad (Colombia, Perú), muchos países y ciudades del continente figuran a la cabeza de las listas que miden los homicidios en el mundo.

Lejos delante de países como Afganistán e Irak, Honduras y El Salvador ocupan los primeros lugares de esa funesta clasificación.

En Honduras, la tasa de homicidios es diez veces superior a la media mundial, y en 2012 ascendió a 85,5 asesinatos anuales por cada 100 mil habitantes, según un reciente informe de la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH, pública).

Al igual que El Salvador (69 muertes violentas por año por cada 100 mil habitantes en 2011, según la ONU), ese pequeño país de América Central sufre la delincuencia de las llamadas "maras", bandas criminales que reclutan jóvenes en los barrios pobres de las grandes ciudades que colaboran con grupos criminales mexicanos. Padecen asimismo la debilidad de las autoridades públicas, la corrupción policial endémica y una justicia inoperante.

"En los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) a las causas tradicionales de la violencia se agrega la frágil institucionalidad de los Estados, las policías permeadas por el crimen y los amplios niveles de impunidad", afirma Jannet Aguilar, universitaria y responsable de la Coalición Centroamericana para la Prevención de la Violencia Juvenil (CCPVJ).

La ciudad que la mayor parte de las estadísticas consideran la más violenta del mundo es San Pedro Sula, en el norte de Honduras, con no menos de 173,6 homicidios por cada 100 mil habitantes cada año. Destronó hace dos años a Ciudad Juarez, la ciudad mexicana famosa por ser a la vez escenario de una ola de asesinatos de mujeres y enfrentamientos entre cárteles de narcotraficantes.

Pero detrás de esas cifras récord, otros países como México, Venezuela y varios estados de Brasil tienen enormes dificultades para contener una criminalidad endémica que se nutre de las desigualdades sociales y del tráfico de drogas.

Esas formas de violencia reemplazaron a los crímenes de Estado y las acciones de las guerrillas de los años 1970-1980.Únicamente en México, la violencia vinculada a los cárteles del narcotráfico ha provocado más de 70 mil muertos desde 2006, según datos oficiales.Según Antonio Mazzitelli, representante de la Oficina de las

Naciones Unidas contra la Droga y la Criminalidad (ONUDC) en México, las causas económicas están en el centro del recurso a la violencia en el continente.

"El desarrollo económico y social de estos últimos 30 años comportó profundas desigualdades, lo que constituye uno de los elementos que explican la violencia" y el recurso al tráfico ilegal, afirma, y explica que "aquellos que no se pudieron beneficiar de esas oportunidades económicas (...) encontraron en los mercados paralelos el medio de enriquecerse a través de las redes criminales".

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