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80 años de las Naciones Unidas

En este 2025, cuando el 24 de octubre se cumpla el 80º aniversario de la fundación de las Naciones Unidas, presenciamos un contexto internacional en el que el multilateralismo se ve amenazado, y la eficiencia y capacidad de respuesta de la Organización están siendo constantemente puestas a prueba.

El aumento de los enfrentamientos armados que socavan la paz y la seguridad global, la aplicación selectiva del derecho internacional y del derecho internacional humanitario, la vulneración sistemática de los derechos humanos, el resurgimiento de medidas proteccionistas, el impacto del acelerado cambio tecnológico —incluida la inteligencia artificial— y el abandono de acuerdos comerciales, políticos y militares configuran hoy un entorno global especialmente volátil e impredecible.

En este escenario, los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas resultan tan relevantes como en el momento de su firma en 1945. Este documento constituye la piedra angular de las relaciones internacionales, al consagrar principios fundamentales como la igualdad soberana de los Estados y la prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones entre ellos. La Carta guía una agenda internacional común, complementada por acuerdos multilaterales en diversas áreas, cuyo éxito depende en gran medida del fortalecimiento del multilateralismo.

Sin duda, el poder de convocatoria de las Naciones Unidas y su capacidad para ofrecer una plataforma que promueva la cooperación entre los Estados, junto con las múltiples oportunidades que surgen de estos espacios, constituyen algunas de sus principales fortalezas. Hoy en día, sin embargo, la Organización y sus distintos órganos están bajo intenso escrutinio. La credibilidad de sus principales instancias es cuestionada, en particular la del Consejo de Seguridad, responsable de mantener la paz y la seguridad internacionales, que con frecuencia se percibe paralizado ante las peores crisis humanitarias de nuestro tiempo.

Una lección del multilateralismo es que cada organización refleja la voluntad y el compromiso de sus Estados miembros, de quienes emana su mandato. Por ello, para contar con organismos internacionales sólidos, cada nación debe fortalecer también su institucionalidad democrática y su compromiso con el sistema internacional basado en normas.

En su penúltimo año de mandato, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha presentado la iniciativa “UN80”, con el objetivo de hacer a la ONU más eficiente. Esta propuesta surge en un contexto de desafíos presupuestarios, ante los anuncios de recortes financieros de algunos de los principales contribuyentes del sistema. La iniciativa busca racionalizar estructuras, optimizar procesos y mejorar la rendición de cuentas, sin debilitar el mandato central de la ONU.

Más que oportuna, la evaluación sobre el futuro de las Naciones Unidas es hoy prácticamente obligatoria. El complejo escenario actual exige transformaciones en todos los niveles. Los métodos de trabajo de la ONU deben adaptarse al nuevo contexto, y la iniciativa UN80 es propicia para repensar su estructura, con el fin de lograr más con menos recursos —aunque ello parezca contradictorio—, además de revisar su presencia física en múltiples sedes.

Esto plantea una oportunidad invaluable para países como Panamá, que cuentan con oficinas de las Naciones Unidas y de otras organizaciones internacionales. Es un momento clave para evaluar de manera estratégica su función como sede, enfocándose tanto en los beneficios nacionales como en el valor del servicio que se brinda a la región y al mundo, en consonancia con nuestra histórica vocación de país de servicios.

Desde la firma de su Carta Constitutiva, la ONU ha contribuido con logros históricos en materia de derechos humanos, desarrollo, paz y seguridad, aunque persisten enormes desafíos y la complejidad de los problemas globales sigue en aumento.

En pocos meses iniciará el proceso de selección del próximo Secretario o Secretaria General de las Naciones Unidas, cuyo mandato será de cinco años y comenzará en 2027. Numerosas voces alrededor del mundo abogan por una candidatura que represente por primera vez a una mujer, preferiblemente de América Latina y el Caribe, en atención a la rotación geográfica observada de manera informal en este alto cargo. Lo cierto es que la elección debe recaer en una persona competente para esa responsabilidad.

Cabe recordar que, conforme a la Carta de la ONU, este nombramiento por la Asamblea General se realiza siguiendo la recomendación del Consejo de Seguridad. Panamá participará de este momento histórico al ocupar un asiento no permanente en dicho Consejo durante el bienio 2025-2026.

Más que nunca, el mundo necesita una Organización de las Naciones Unidas reformada, inclusiva, transparente y con una capacidad real de respuesta para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

La autora es diplomática de carrera.


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