Cuando un infractor o delincuente comete actos delictivos en las comunidades (tiroteos, violaciones, robos en casas, tiendas, negocios, transportes masivos, automóviles) que todos los días suceden en nuestra otrora tranquila ciudad; me llama la atención que al ser arrestados por la Policía, se cubren los rostros hasta la cabeza con sus camisetas o camisas. Y así aparecen en los noticieros de televisión, aun cuando van a los tribunales, con el torso desnudo y la cabeza totalmente cubierta.
Por otro lado, a los ciudadanos o funcionarios de alto perfil les publican fotos (hasta retocadas) de sus caras, en los noticieros televisivos, internet y periódicos (con frecuencia en primera plana).
Me explican unos abogados el término “presunción de inocencia”, que en derecho, prohíbe se le muestre al público el rostro de una persona imputada; para evitar “estigmatizarla” (condenarlo públicamente antes de ser juzgado y considerado “culpable” o “inocente”). Que los abogados defensores utilizan el hecho de que las cámaras publiquen o divulguen el rostro del sujeto, aun en el momento de ser atrapado “in fraganti” (al preciso instante de cometer el acto delictivo), como duda ante los testigos, si lo vieron cometer el acto o en los medios.
Me pregunto: ¿por qué tanto respeto a la ley de “presunción de inocencia”, en estos sujetos con evidentes personalidades propensas al delito, evitando que cuando los suelten “mientras preparan el juicio” cometan otro delito similar?
Atacan una abarrotería de orientales, los agarran y dado que nadie sabe cómo lucen en su aspecto o facciones de su cara ¡lo vuelven a hacer en otra tienda!, golpeando, apuñalando, violando a la humilde tendera, hasta que los vuelven a atrapar y en las noticias aparecen ¡con la cabeza totalmente tapada!
La presunción de inocencia es un derecho humano. O destapan a los infractores, vagabundos que han proliferado como arrieras depredadoras, o dejan de publicar el rostro de los acusados por delitos administrativos para respetar su presunción de inocencia. Por salud comunitaria, recomendaría que les prohíban tapar sus cabezas, cuando han sido capturados “in fraganti”o son reincidentes.
El autor es psicólogo, docente y escritor
