Hace un par de años tuve la oportunidad de desayunar con el administrador del Canal, Jorge Quijano. La reunión era una idea fabulosa de la administración para interactuar con sus empleados. Mi interés en esa reunión era otro. Tuve mis 3 minutos de privacidad con el administrador y le propuse un turismo dinámico impulsado por el Canal; no hablé de barcos, peajes, ni quejas sindicales. Conversamos de turismo.
Hablé de los millones que pudiésemos obtener para Panamá en ese renglón y sobre la idea de una caminata turística de océano a océano, por parajes maravillosos en la riberas del Canal; la cantidad de eco hoteles en la ruta, y el empleo de biólogos, arqueólogos, cocineros, lanchas, el consumo de productos agrícolas, etc. Y sobre el uso del puente de Miraflores en los horarios donde no hay tránsito para hacer una jugada magistral y cerrarlo lentamente, quizás hasta con música y luces.
Recordando que los tiempos del puente viejo terminaron y será destruido, visualizaba decenas de negocios en esa calle que no se utiliza nunca. Imaginaba a miles de turistas experimentando estar en el centro del mundo, ese corazón del universo que solo existe en la imaginación de los poetas. Allí yace abandonado, muriendo en donde yo veía millones de dólares. La idea fue de su agrado, y asignó a un subalterno para atender mi inquietud.
Desafortunadamente, después de pasearme por oficinas y escritorios durante 3 meses, me dijeron que no.
Escribo este artículo, no para quejarme de esa falta de visión que nos mantiene sumidos en cuatro abismales clases sociales en Panamá. Me motiva la convicción de que el turismo ya casi murió en Panamá. No es que está a la baja, ni que se recuperará con un puerto de cruceros o con un centro coimero de convenciones. Nada cambiará este desastre si no entendemos primero qué carajo es turismo.
El turismo casi murió en Panamá, Lo esta matando la Autoridad de Turismo (ATP) y la ignorancia del panameño una tarde cualquiera. Nadie en la industria espera ayuda de la ATP; ese no es mi punto. Y solo por mencionar un caso, después de 30 años de trabajo, y teniendo todo listo para orgullosamente inscribir mi hotelito en la ATP, me informan que no puedo. Así como si nada, como sudor bajo la lluvia... no nos interesa. No se puede, no soy de alcurnia. Eso no es lo importante; ya estoy curtido.
Lo grave es que ya estamos en un 50% a la baja, y dicen que va para peor. Toda la región crece. Panamá muere, y con la muerte del turismo se pierde la última esperanza de salir de la pobreza como nación. Así tan grande, así de gigantescas son las riquezas que produce el turismo.
Desde el taxista hasta el chichero. Turismo no es vender solo cuartos de hotel. Solo si cancelamos la corrupción y reactivamos el turismo tendremos una oportunidad. Lo primero no ocurrirá; así que concentrémonos en lo segundo.
El Canal es la última institución capaz de salvar el turismo. Tiene una buena organización, buenos sueldos y buena reputación. Y lo más importante, la mayor parte de sus empleados ascienden por méritos, no por palanca.
El turismo en el Canal representa todo un juego empresarial a seguir. Un modelo a implantar. Un plan maestro para imitar. Hay túneles, historia, animales, aventuras, y tiene la capacidad para hacerlo masivamente. Un nuevo negocio, una aventura que llevaría empleo bien remunerado a muchos panameños. Se necesitarían miles de personas, que producirían millones.
A Copa, por ejemplo, solo le interesa Copa. Pero a Panamá le importa que Copa se interese en promover el turismo. Con Copa trayendo turistas a un lugar muy especial, llamado Panamá la bella.
Nos interesa que los traiga a Panamá, no al aeropuerto a comer mal y con precios carísimos. Turismo, eso necesitamos. Pero primero tenemos que entender qué es turismo. Aquí es donde entra la ATP a enseñarle al panameño a entender lo que necesita un turista, y luego vamos a traerlos. Ahora vienen algunos, pero no regresan, y tampoco nos recomiendan como país turístico.
Ese es el trabajo de la ATP: ayudar al hotelero; dejar de ser su verdugo. Instruir a la población a sonreírle al turista, a no ser cochinos, a colocar un letrero de direcciones. A trabajar solo con profesionales que entiendan el turismo.
No para irse de viaje con los pasieros a convenciones. Utilizar al Canal como modelo podría ser nuestra salvación. Solo temo que, de hacerlo, la junta directiva política vea solo negocios para ellos, igual que la ATP y Copa. O entienden la grandeza que tenemos, o presenciaremos al atardecer, el gran colapso de toda la industria del turismo.
El autor es práctico del Canal de Panamá

