“El papel aguanta todo lo que le pongan” ha sido una expresión clásica desde que se inventó esa útil herramienta por asiáticos y egipcios. Científicos han realizado estudios especializados y concluyen que hay descargas emocionales que se pueden registrar escribiendo sobre el papel.
En mi instinto de investigar hechos pasados y presentes, que en su momento fueron aplaudidos y también criticados, me encontré un documento muy explícito sobre un Decreto Ejecutivo No. 246 de 15 de diciembre de 2004 “que impone un severo y estricto Código de Ética que ordena su fiel cumplimiento para todos los servidores públicos”.
Debo confesar que al repasar algunos párrafos del dichoso documento, casi se me parte el labio de la estrepitosa carcajada que me provocó leer la ingenuidad de los personajes que lo redactaron y que estoy seguro tuvieron buenas intenciones, pero de buenas intenciones está lleno el infierno.
Ahora bien, veamos cómo se define la “ética”. Según La Real Academia de la Lengua “es un conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”. En esta ocasión, debo admitir que el bendito código, que encadena e impone camisa de fuerza a los arribistas y corruptos que abundan en todos los gobiernos y esto sería un modelo ideal para cualquier país que se respete y mantenga su dignidad muy en alto.
Invito al lector a dar un vistazo a ciertos detalles del Código de Conducta de los Servidores Públicos y resaltar si en el día a día se cumplen las secuencias y consecuencias de los hombres y mujeres que han aceptado usar vestimentas y sombreros de colaboradores del gobierno de turno. Agradezco al lector observar las comillas que preceden a lo que se describe en las normas del Código de Ética.
“El servidor público debe actuar con rectitud y honradez desechando todo provecho personal y tampoco aceptará compensación alguna por parte de terceros”. Ahí está el detalle, diría Cantinflas ¿causa risa o lágrimas este mandamiento?
“El servidor público debe evitar cualquier ostentación que pudiera poner en duda su honestidad”. Este predicamento es ignorado y los que ayer se arropaban con vestimentas agujereadas hoy pasean orgullosamente en autos de lujo, residen en casas de corte imperial, viajan en transportes con asientos de primera clase. ¿Cómo justifican estos privilegios?
“La idoneidad es condición esencial para el acceso y ejercicio de cualquier aspirante a ser funcionario público”. Eso de idoneidad es letra muerta y la razón es evidente, porque los nombramientos en el aparato gubernamental, regularmente, han sido por compromisos políticos, familiaridad o por amiguismos.
“Declaración jurada patrimonial y económica del servidor público” .Esta sí es la carcajada mayúscula que se provoca en el ánimo de los ciudadanos. Pocos o casi nadie cumple con ese mandato constitucional y más bien es una treta utilizada por los decanos de la corrupción, que al entrar al servicio público, hacen declaraciones falsas en notarías de que tienen y tienen, porque están seguros de que al finalizar sus periodos han logrado adquirir lo que nunca tuvieron.
Bien amigo lector, aquí tiene interesantes elementos que pueden ser analizados y después decidir si reír o llorar y, en todo caso, pensar que nuestro país por todo lo que acontezca en lo bueno, lo malo y lo feo, en el presente y futuro de este nuevo año, por todo eso y muchas cosas más, continuamos siendo “Puente del mundo, corazón del Universo”.
