La práctica de actividades deportivas constituye un vehículo para la mejora de nuestra calidad de vida desde diferentes puntos de vista. Indudablemente, el principal beneficio está asociado a un mayor nivel de bienestar físico, producto del ejercicio, pero en lo relacionado con nuestra psicología, el deporte también es una manera que tenemos de fijarnos metas e ir cumpliéndolas de a poco.
Este asunto es, particularmente, válido para actividades individuales, porque muchas veces la competencia es contra uno mismo, pero también en la práctica de deportes de equipo, porque se ponen en juego mecanismos que nos ayudan a desarrollar una visión más afinada de la solidaridad, del espíritu de grupo y del trabajo colectivo para un interés común.
Y ni hablar de la importancia del deporte como generador de valores, ya que implica la aceptación y el cumplimiento de reglas, el respeto por los rivales y el manejo, tanto de los triunfos como de las derrotas.
A diario miles de compatriotas desarrollan las más diversas actividades deportivas, aprovechando los maravillosos escenarios naturales que la bendecida geografía panameña tiene para ofrecer, al igual que las diferentes instalaciones, tanto públicas como privadas, distribuidas por todo el país.
Sin embargo, la cantidad de personas que practica algún tipo de deporte en Panamá es baja en comparación con las mediciones en la región. Un informe de 2015 de la consultora Dichter & Neira reveló, basado en una encuesta, que un 39% de los panameños realizaba algún tipo de ejercicio o deporte. El promedio regional es de 61%. Y el porcentaje de individuos que realizan actividades físicas disminuye cuanto mayor es la edad y cuanto menor es su ingreso. También hay diferencias de género, ya que un 47% de hombres practicó deportes o ejercicios contra un 31% de mujeres.
Si, como dijimos, el deporte es un camino para mejorar la calidad de vida y la salud de las personas, las cifras que denuncian un bajo involucramiento en este implican también un riesgo en materia de política sanitaria para nuestro país. Cuando menos gente practica deportes, existe una mayor probabilidad de que las personas adquieran enfermedades vinculadas con el sedentarismo. Si bien muchos de estos padecimientos no son mortales, su tratamiento ocasiona gastos elevados en los diferentes centros de salud.
La lectura de estos datos parece dar pie a una necesaria intervención del Estado y la sociedad civil en una mayor promoción de la realización de ejercicio. Necesitamos que nuestros ciudadanos adquieran conciencia de los beneficios, pero también de los riesgos de no llevar adelante algún tipo de actividad física regular.
Debemos brindar las facilidades necesarias y mejorar la infraestructura, pero también el acceso a los servicios deportivos. En países como Catar, por ejemplo, se dispone con un Día Nacional del Deporte –feriado tanto para trabajadores públicos como privados– y se celebra, según lo estipulado por Decreto 80 de 2011, cada segundo martes del mes de febrero. Durante ese día se promueve y educa, mediante la exhibición de diferentes modalidades deportivas en distintas instituciones del Gobierno, así como en organizaciones no lucrativas y en la empresa privada. Se realizan maratones y se promueven las actividades al aire libre con el involucramiento familiar de todos los colaboradores de las entidades o empresas; además, se enseñan primeros auxilios, se dictan charlas de nutrición, etc.
En Panamá, un primer paso en esa dirección, sin que ello implique el decreto del feriado, puede ser el establecimiento de una jornada de promoción de la actividad física, con amplia difusión de deportes, pero además con mensajes claros sobre los riesgos que supone el sedentarismo.
Más deporte es más salud, y más salud implica la posibilidad de destinar esos recursos a otras áreas fundamentales, como educación, vivienda o infraestructura. Además, cada quien debería exigirse la práctica de algún deporte o actividad física, porque al final es un beneficio personal, a corto, mediano y largo plazo.
