VIDA ESCOLAR

Educación: feria libre

Cada vez surgen prácticas que sumergen a la educación en un ambiente borrascoso, nada edificante y tampoco provechoso. Los resultados, en consecuencia, se ven a la vuelta de la esquina, cuando indicadores internacionales muestran los años de retraso que tiene, lo cual debe mover a la preocupación.

Y es que ya, convertida en un negocio de todo tipo, no hay reparo en arbitrar fórmulas para sacar particulares beneficios económicos, con la aquiescencia de las autoridades educativas a todos los niveles, tanto regional como nacional, los que conscientes de las criminales prácticas, es decir, de las mercaderes maneras desarrolladas, no ha surgido una sólida medida que termine con ellas.

Esas prácticas ya afincadas y tenidas por normales y correctas, propugnadoras de antivalores, pero sí de ganancias para los impulsadores de las mismas, han llegado para quedarse.

Existen los llamados “viernes sociales”, que por la forma como está diseñado conduce al relajamiento del ambiente escolar, el estudiante no porta el uniforme oficial de la institución, a lo cual se le añade que, para ingresar al aula debe pagar una cuota.

Sumada a esta situación, apareció el llamado “festival de colores”, que lleva al cobro por estudiante que traiga algún aderezo de color diferente al uniforme, como por ejemplo ganchos para el cabello, por lo cual debe consignar una cantidad de dinero.

Los matinés son parte del esquema de aprovechamiento económico, al igual que las rifas, las ventas de boletos, golosinas y hasta bingos, con las excusas del logro de ingresos económicos, que habría que indagar muy bien a dónde van a parar.

Es decir, mientras la academia marcha a un ritmo lento y torpe, los inventos para lograr recursos económicos van a pasos agigantados, sin ningún freno y cada vez más con las posibilidades de formalizarse y legalizarse. Esto hace que las autoridades nacionales y regionales de educación procuren atender con la firmeza que demanda, el negocio que ha convertido a escuelas y colegios en una feria libre.

Se ha hablado también de la exigencia de regalos al tutor para superar los cursos deficientes e incluso la paga para ello. Esta situación riñe con la ética y obliga que se pongan medidas ejemplares a los usufructuarios de estas malas prácticas.

Con preocupación la sociedad observa los caóticos niveles de la educación panameña, que pareciera estacionaria con el firme propósito de retroceder. Ya ni pareciera que se informa y menos se forma, porque el interés primordial está en hacer dinero a cualquier costo y de cualquier manera.

Recientemente, en las redes sociales apareció la denuncia de un dirigente de los educadores referida a los famosos paseos, mal llamadas excursiones, hechas en cantidad nada despreciable, todas costeadas por los estudiantes, las cuales generan importantes ganancias. Bien calculadas, las mismas se realizan en las cercanías de las fiestas patrias o de Navidad, lo cual nos da un indicio de la finalidad de ellas.

Ante esta desfachatez, el Ministerio de Educación tiene que pronunciarse y tomar las medidas que correspondan, con la expresa finalidad de que las ferias libres en las que se han convertido escuelas y colegios se detenga.

El autor es docente universitario


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