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DESARROLLO SOCIAL

Evolucionando a la sociedad panameña

Hace unos días, conversaba con un grupo de compañeros, amantes de las artes, la cultura y las letras, acerca de nuestro deseo de que la sociedad panameña tenga un nivel cultural más elevado y más aprecio por las bellas artes.

Intentando definir cuál era nuestra visión para Panamá, surgió la palabra evolución.  Nuestro deseo es que la sociedad panameña evolucione.  Pero, ¿qué es realmente evolucionar como sociedad?  Y, ¿cómo podemos medir que estamos evolucionando?

La palabra evolución tiene su raíz en la palabra latina evolutio, que se traduce como desarrollo.  Y, ¿qué es desarrollo?  

Según el diccionario de la RAE, desarrollo es “la acción y el efecto de aumentar o reforzar algo de orden físico, intelectual o moral”.  Desde el punto de vista de las ciencias económicas, desarrollo es “el cambio de una economía hacia mejores niveles de vida”.  Y, con respecto a una comunidad humana (que es el tema en cuestión), desarrollo es “el progreso o crecimiento, principalmente, en los ámbitos económicos, sociales y culturales”.

En otras palabras, la evolución de la sociedad panameña significaría que todo ciudadano residente en la República de Panamá aumentare en su condición moral, intelectual y de salud; y que tuviere garantizadas todas sus necesidades básicas (aire limpio, agua, alimentación, vivienda, movilidad, etc.) y un nivel más alto de cultura y de convivencia social.

Curiosamente, cuando era niña solía oír a los mayores decir que Panamá era un país de progreso, el cual atribuían al rápido crecimiento de la industria de la construcción y a la edificación de altos edificios.  Sin embargo, hoy en día vemos una ciudad de Panamá exuberante en rascacielos y, en contraste, un nivel de cultura, de educación y de economía doméstica mucho más bajo en la población que lo que existía hace 20 años.

¡La sociedad panameña está involucionando!

Hace 20 años para poder acceder a una beca del Estado, era necesario tener una nota promedio final de 4.2 (en la escala de 0 a 5).  Hoy en día, existe la beca universal, que recompensa a estudiantes que solo obtienen un promedio de 3.

Hace 20 años eran notorias las prácticas de cortesía como saludar al llegar a un lugar: ¡Buenos días! ¡Buenas tardes! ¡Buenas noches! Hace poco estuve de visita en Panamá y, solo por poner un ejemplo, al entrar a un local de Plaza Concordia a realizar una llamada telefónica de larga distancia, me acerqué al mostrador y, mirando a la dependienta, le dije: ¡Buenos días!. Ella levantó la cabeza, me miró, y sin decir ni una sola palabra volvió a bajar la cabeza.  ¡Sí! ¡Sabía hablar! Lo comprobé cuando tuve que insistir para que me atendiera.

¡Y qué decir de las letras inmorales que incitan a la violencia y a ir en contra de las leyes, que suenan acompañadas de un ruido al que algunos llaman música, y que se escuchan por toda la ciudad! En una ocasión subí a un taxi que llevaba en el maletero una ‘discoteca ambulante’. El sonido era aturdidor, así que tuve que pedirle al conductor que bajara el volumen. Él me miró como si yo le hubiera dicho algo ofensivo, así que no me dejó más remedio que exigirle: “O bajas el volumen o detienes el automóvil para que yo me baje”. Dio un frenazo y me dijo: “¡bájate!”.  Aquel patán prefirió dejar de ganar dinero antes que quitar ese ruido repelente.

Hace 20 años, una persona con un ingreso mensual de $400 podía acceder a una hipoteca pagando una letra mensual de $160 al mes (40% del ingreso). Ahora, difícilmente puedes conseguir un salario de $700 mensuales, y aún más difícil, conseguir una hipoteca de $280 al mes.

A medida que avanza el tiempo, la sociedad panameña es menos educada, menos culta y tiene menos poder adquisitivo. La intolerancia se ve por todas partes: fanatismo religioso, xenofobia, homofobia, machismo. Cada vez son más jóvenes las menores embarazadas porque no existe una política de educación sexual ni de prevención de embarazos no deseados, favoreciendo aún más la continuidad de la situación de pobreza. Panamá se ha convertido en una sociedad mediocre, conformista y resignada a esperar que aparezca un ‘mesías’ que le resuelva todos sus problemas.

Algunos culpan al sistema educativo y a todos los gobiernos que ha tenido Panamá en los últimos 20 años, que no han hecho nada por mejorar la educación de los panameños. Otros culpan a la inmigración porque algunos de los inmigrantes que han llegado a Panamá poseen un nivel cultural muy bajo y, como seres humanos, tendemos a copiar más fácilmente las malas costumbres antes que las buenas. Otros culpan a unos pocos empresarios que se han hecho con grandes fortunas y han creado un sistema económico en el que dominan sobre el resto de la población, convirtiendo a Panamá en una especie de ‘feudo’ donde el pueblo es el sirviente de esos ‘señores feudales’.

Pero, no importa cuál de esos motivos sea la causa de la involución de nuestra sociedad; lo importante es preguntarnos:¿qué vamos a hacer para corregir esta situación?

Soy una convencida de que “los pueblos sabios aprenden de los errores y de los aciertos de los demás”; así que para qué pasarnos meses analizando todo lo que está funcionando mal en Panamá, si es mucho más fácil fijarnos en los modelos sociales de países en donde las cosas ya funcionan bien.

La autora es especialista en capacitación


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