MEJOR USO DEL PRESUPUESTO

Faltan estadísticas culturales: Javier Stanziola

Como política pública, suponemos que, con abrir museos y escuelas hacemos cultura. Este enfoque tiende a olvidar lo que realmente importa: los ciudadanos. En los seis primeros meses de 2014, 15 de los museos del Instituto Nacional de Cultura (INAC) reportaron alrededor de 26 mil visitantes.

Esto representa unas siete visitas por museo por día hábil y sugiere que, a pesar de las buenas intenciones del INAC, se invierte en instalaciones que muy pocos ciudadanos visitan. No cabe duda de que el valor de los museos va más allá de un número promedio de visitantes. Pero estas cifras deberían ser un llamado a repensar cómo involucramos a los ciudadanos en la experiencia de explorar la historia y su significado en estos espacios. ¿Cómo invertir el dinero del contribuyente en la creación de dos nuevos museos, sin entender la experiencia cultural de la persona promedio en los 15 museos que hay?

Por frías que parezcan, las estadísticas obligan a enfocarnos en los ciudadanos. Sin ellas, dejamos que los presupuestos aprobados, las necesidades de funcionamiento y el brillo de la inversión en edificios nuevos dominen la conversación. Sin cifras, no entendemos lo que realmente motiva al ciudadano a participar en eventos culturales. Sin información, seguimos sin saber cómo comunicarnos con el público; y perpetuamos el mito de que el problema del sector cultural no es la programación, sino que el público no valora las artes.

Algo similar ocurre con la educación artística. Por ejemplo, el número de estudiantes matriculados en las escuelas del INAC en el primer semestre de 2014 no superó los 4 mil 500, la mayor parte en cursos libres. Estos 22 centros de educación artística, a pesar de tener a un grupo de profesores con las mejores intenciones, viven el peso de una infraestructura en deterioro y contenidos desfasados. Un mejor uso de estadísticas culturales hubiese enfocado mejor la inversión de 50 millones de dólares en la Ciudad de la Artes, que aprobó el gobierno anterior.

El contribuyente invierte millones de dólares en proyectos culturales que no maximizan su retorno social, a falta de información y procesos para producir conocimiento. Es por eso que en Panamá necesitamos, urgentemente, una cuenta satélite de cultura. Un sistema que ayude a sistematizar, analizar y sintetizar estadísticas sobre la oferta y demanda cultural y artística es algo que nos merecemos los ciudadanos. Esta cuenta no sería costosa. No necesitamos consultores externos que expliquen e instruyan en algo que docenas de profesores y consultores locales podrían lograr. Pero este proyecto sí requeriría de la voluntad del sector cultural para compartir, coordinar y enfocar esfuerzos, y utilizar la información que tienen enterrada en gavetas y computadoras o que no quieren compartir por temor infundado al robo de ideas. Un proyecto de estadísticas empieza y acaba con el diálogo consensuado y ayudaría a demostrar la diversidad de proyectos culturales y artísticos que se organizan en el país, con mucho potencial para reforzar la cohesión social y desarrollar habilidades para la vida de los ciudadanos.


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