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CAMBIO DEMOCRÁTICO

Final histórico de unos locos

Final histórico de unos locos
Final histórico de unos locos

La ventaja de ser historiador es que normalmente puedes predecir el futuro con facilidad. No es truco de magia, es sencillamente analizar la imbécil repetición de actos por la mayoría de la humanidad. Guerra, poder, lujos, ego, asesinatos, economía, sexo. Lo básico no cambia. Quienes buscan el poder tampoco, casi siempre tienen la misma personalidad. Esa ignorancia cognitiva no es impedimento para buscar el poder. Lo necesitan desesperadamente, igual que el resto de la rosca. El pueblo necesita creerles. Soñar con un héroe honrado. Establecer una relación simbiótica, casi perfecta. Solo que siempre dura poco tiempo. Luego el engaño se repite y se vuelve a repetir.

En Panamá nos encantó la conversa de Ricardo Martinelli, aplaudimos sus locuras, y hasta el comercial “Los locos somos más”. Una campaña comercial diseñada para convencer. Pero jamás para arreglar la desgarradora falta de justicia que tenemos. A eso de arreglar la justicia le hace falta la prueba sumaria. Martinelli tuvo el apoyo suficiente para derrocar a la corrupción recurrente del arnulfismo y el PRD; eso fue lo que nos vendió durante la campaña política.

Cansado de las garrapatas jurásicas, el pueblo apostó cándidamente a la locura. Pero nada cambió, salvo que parte de nosotros perdió la esperanza de un gobierno decente. Ahora entendemos la diferencia entre un dolor del corazón y una fractura del alma. La idéntica y clonada historia de todos los gobiernos. Fue un tiempo de fiesta; se percibía un no sé qué en la calle. Había algo que no había existido por mucho tiempo en Panamá. Ese fue su regalo inicial: tuvimos esperanza de un cambio democrático. Martinelli está preso en Estados Unidos, y casi todo su gabinete acusado de peculados y actos de corrupción. El único absuelto es José R. Mulino, pero no por inocencia probada, sino por prescripción del caso.

Panamá ha quedado en un estado de desastre moral y nadie de Cambio Democrático (CD) se inmuta. Peleas por el poder pretoriano; traiciones de Judas; puñaladas cesarianas. De acuerdo con la historia, es algo normal, igual que la esperanza. CD no fue ni aspira ya a un cambio democrático. Ahora aspiramos a un nuevo líder (Rómulo Roux), y a una nueva nómina acusada de malversar $40 millones. Debido a CD tenemos algo que jamás habíamos observado en ningún partido. Antes había hipocresía, se escondían. Ahora las reglas han cambiado descaradamente: “robar es una invención de la oposición”. Nunca sucedió. Este cambio genético es una maravilla en el estudio del comportamiento humano. No hay arrepentidos, no hay culpables. No hay remordimiento. Reinan la desvergüenza y la desfachatez. Llegamos al final de los valores morales del Homo panamensis, sin pasar por ninguna mutación. Tanta historia y sangre no han significado nada. Solo importa robar y robar. Ese es el propósito de ser elegidos.

Este artículo no es una conversa de aquello que pudo haber sido y no fue. Ni de traiciones. Fuimos engañados, robados y apaleados emocional y moralmente. Somos congos. Creo que es el agua del Chagres; otros piensan que son las putas carimañolas. El milagro es que el descaro nos ha llegado como puñete al ojo y no lo hemos sentido. El fuego de la vergüenza nos ha quemado y ningún miembro de CD ha gritado lo que un hombre de honor debiese: “Pedimos perdón a Panamá”. Tampoco lo hizo un PRD nacido de las bayonetas, ni el arnulfismo post Mireya.

La justicia y los partidos políticos dejaron de funcionar, punto. Su propósito original de representar al pueblo murió en una colina oscura y sin habernos percatado de su dolorosa y triste muerte. Lo que viene después de este descalabro (no creer en nada ni en nadie), es  el hambre y la guerra. No lo digo yo, es historia. Los políticos, los de la papa eterna, saben que somos estúpidos; con un jamón y un cuento basta para que te duermas. La fórmula siempre ha funcionado. Un pasaje de bus, un tanquecito de gas. Gracias patrón...

Se me ocurre que para poner fin a este caos, la solución es la unificación de todas las asociaciones: clubes cívicos, ambientalistas y otros grupos alineados con la decencia, para sacar candidatos a presidente y diputados como alternativa a los partidos políticos. El propósito sería blindar al Estado contra los políticos corruptos y lograr una justicia prístina.

Un cambio democrático es posible. Pero dudo que este provenga de nuestra oligarquía, o de los miles de “wannabes” que pronto aparecerán o ñangaroides mimetizados. Si no lo entendemos, seremos la próxima Venezuela; si no lo vemos, entraremos a la historia como el único país del mundo donde un puñado de políticos destruyó a 4 millones de habitantes riéndose perversamente, debido a que somos un país de congos. Aún sueño con tener en mi patria un verdadero cambio democrático, tan espectacular que sea recordado por la historia como el despertar de una larga pesadilla.

El autor es práctico del Canal


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