La historia del sacerdote Héctor Gallego en la provincia de Veraguas es la historia del hombre y la mujer santafereña en su afán de liberación, inspirada en los ideales y principios cristianos, comprometido con la política social de la Iglesia, con la visión del Concilio Vaticano II y otros eventos que sirvieron de base para impulsar programas de evangelización y fe en regiones apartadas de Veraguas, con una filosofía clara de la creencia y el desarrollo sociopolítico del pueblo marginado.
Originario de Antioquia, Colombia, nacido en 1938, eligió la vida difícil e incómoda del campo y regiones pobres e inaccesibles de Veraguas, que prefirió para desplegar su papel misionero y su gestión pastoral en el distrito de Santa Fe, con entereza. Hombre de ideales, principios y de fe en el evangelio, que enseñó y despertó entre las clases más humildes y campesinos. Apuntaba siempre a la liberación y progreso del hombre marginado y explotado y de las familias humildes del pueblo santafereño. Porque emprendió y desarrolló proyectos sociales y contribuyó decididamente a organizar a la gente frente a la explotación de terratenientes, el sacerdote mártir fue acusado de “comunista” por el gobierno militar de aquel tiempo, pues con el evangelio y la verdad en sus manos, desarrolló proyectos sociales y tomó ideales del padre Alejandro Vásquez Pinto, al emprender la dura jornada de organizar en esas regiones apartadas, cooperativas campesinas de consumo con el fin de elevar y dignificar el arduo trabajo emprendedor de mujeres y hombres, sometidos y explotados, lo que le valió la quema de su rancho de pencas en horas nocturnas.
La pujante cooperativa de campesinos santafereños debe su origen y desarrollo a esa mística emprendedora y liberadora de Gallego, que enseñó el evangelio y la palabra, por la liberación, organización y desarrollo de una comunidad que, tras 47 años de su macabra desaparición, le guarda cariño y gratitud.
El sacerdote mártir fue detenido y secuestrado por la Guardia Nacional la lúgubre noche del 9 de junio del año 1971, durante la dictadura militar. Y tras 47 años de su desaparición, todavía existen interrogantes que el Ministerio Público debe aclarar; sobre todo tomando en cuenta las últimas declaraciones del señor Jacinto Peña, amigo inseparable del padre Héctor y quien aportó precisas señales que identifican las pertenencias del padre, encontradas en una de las excavaciones.
El caso de Héctor Gallego no prescribió, porque afortunadamente me correspondió como legislador en la Asamblea Legislativa, presentar una reforma a un proyecto de ley que se discutía en el pleno, para aclarar el horrendo homicidio del médico Hugo Spadafora, de tal suerte que realizadas las investigaciones pertinentes, “el procurador general de la nación podrá de oficio o a petición de parte, encargarle la investigación de otros homicidios”. En otras palabras, el caso de Héctor prescribía en 1991 y con esta modificación se salvó la “prescripción Gallego” y la constitucionalidad de la ley. Héctor Gallego debe ser declarado sacerdote mártir de Veraguas.
El autor es educador y exlegislador
