S e necesitan más científicos panameños, más estudiantes en las ciencias naturales y exactas que ya fenecen en nuestras escuelas secundarias y universidades. Esta es la tendencia. Hoy, después de escuchar el esfuerzo de una panameña que ha logrado ingresar en la NASA por su interés en los bosques y su desaparición, lo que está causando mucho del cambio climático global que vemos hoy en todo el mundo, incluso en nuestro país.
Puedo recordar el interés generado cuando las misiones Apolo fueron a la Luna y mostraron todo lo no antes visto, yo era solo un niño de 11 años. Hoy la tecnología de radar y los satélites nos pueden ayudar grandemente a seguir muchos de los problemas generados por la actividad humana, no solo porque nos enfrentamos a catástrofes ambientales, enfermedades (dengue, malaria, sika, chikungunya) muchas de la cuales ya se han diseminado a sitios antes no imaginados, sino porque podemos saber dónde y qué tanto debemos cambiar ciertas tendencias en la destrucción de ecosistemas, el consumo de combustibles fósiles, industria y crecimientos en la población.
Es cierto que si no hacemos algo, pronto la Tierra nos dará más pruebas de que lo que hemos venido haciendo está mal. Pero los políticos (empresarios) como Trump dan al traste con iniciativas conciliadoras con el ambiente, revirtiendo lo tan grandemente batallado y conquistado. Si vieron la segunda película de Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos, se las recomiendo, se pueden dar cuenta de lo que ha costado y a donde vamos con la mentalidad de algunos políticos ignorantes y megalomaniacos, si lo puedo expresar así. Qué pena que pocos panameños se interesan en estos temas, solo estábamos cuatro gatos en la sala esa tarde del domingo.
Entre tantas cosas que aprendí en la charla de la doctora Erika Podest, pude ver que los humedales, manglares y otros bosques inundables son muy importantes porque reservan gran cantidad del carbono que puede perderse a la atmósfera una vez son destruidos y el caso de los manglares costeros y humedales contiguos como el de Matusagaratí, en Darién, que hoy se enfrenta a su destrucción por políticas malintencionadas.
Conocemos gestiones dirigidas a promover el secuestro de carbono mediante pagos por mantener bosques vírgenes, reforestación y la reducción del uso de energía no limpia, pero esto solo no es la solución del problema del planeta. Hoy día, la NASA realiza en coordinación con otras agencias mundiales mediciones de la atmósfera y la calidad de aire, los océanos, clima, bosques, emisiones de carbono (CO2), vulnerabilidad ártica, fuegos, nubosidad y mucho más.
Lamentablemente, la industria petrolera, de energía, las turísticas, agronómicas (ganado) creen solo en producir más para un consumo humano y no ven la salud ambiental y humana como una meta por alcanzar y batallan por seguir en las mismas prácticas destructivas del ambiente. En nuestro país hay políticos que viven de esto y no se van a salir fácilmente de lo que los hace más ricos cada día. Ni hablar de la industria de la construcción desmedida que piensa solo en arrasar sin controles con terrenos que son susceptibles a inundaciones como lo hemos ya señalado en Juan Díaz hacia Tocumen, Donoso y Darién.
La pregunta es, ¿qué hace el Ministerio de Ambiente para detener estas tendencias reprochables de sectores influyentes de la industria nacional y la Asamblea que parece postrarse a sus pies?
El autor es biólogo
