Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), institución cuya misión es la de observar y regularizar la evolución de la lengua española, la palabra ignorancia se refiere a la falta de conocimiento; mientras que al término desidia lo define como negligencia o falta de cuidado. Entonces, teniendo en cuenta esto, ¿cómo calificaríamos la facilidad y tranquilidad con la que muchas personas sin distinción de edad o género arrojan todo tipo de desperdicios (llámese basura, desechos o sobras) en las calles, aceras y parques de las ciudades y zonas rurales de nuestro país?
Panamá es, según distintas publicaciones, uno de los países latinoamericanos con mayor nivel de crecimiento económico en los últimos años, sin embargo, pareciese ser que este crecimiento tan publicitado por los gobiernos de turno, no va de la mano con la educación y cultura de los panameños, ya que, lamentablemente resulta común el observar papeles, latas, cartuchos, carrizos, envases tetra pack, cubiertos, platos y botellas de plástico, tirados en cualquier rincón de nuestras ciudades, al igual que en sitios turísticos como ríos, playas, lagos, islas, ruinas arqueológicas y hasta en las áreas verdes “protegidas”.
Nuestros gobiernos han invertido millones de dólares en promover nuestro istmo como destino turístico internacional, cuyo objetivo final es el de generar mayores ingresos que redunden en mejores beneficios para el país; lo cual elogiamos, pero resultaría perfecto si los turistas después de visitarnos retornaran a sus países con una buena impresión de lo observado en el nuestro y no con las imágenes de un país que no le da la importancia debida a la generación y disposición de sus desechos.
Tristemente, es un hecho de que por la ignorancia o por la desidia con la que actúan unos, nos catalogan a todos por igual.
Se dice que la educación se inicia en el hogar, pero resulta necesario que nuestro sistema educativo estatal procure el retorno de las buenas costumbres, valores y reglas de urbanidad en sus planes de estudio, empezando con un cambio en la mentalidad de los más jóvenes, con cosas tan sencillas como el inculcarles desde kínder (jardín de infancia) que la basura se deposita en los lugares destinados para tal fin (cestos, tinacos, canastos, etcétera) e ir moldeando así una nueva generación de panameños con una formación integral con amor y respeto por su tierra, y que a su vez, sirvan como agentes multiplicadores de cambio en la mentalidad del resto de la sociedad panameña.
Si logramos esto, poco a poco transformaremos Panamá en un país mucho más agradable para vivir, visitar e invertir.
El autor es licenciado en recursos naturales y máster en ciencias ambientales