Siempre tuve la inquietud de hablar de Jesús y su vida, pero desde un punto de vista un poco diferente, más allá de lo espiritual y religioso. Hablar de la persona y sus pensamientos o enseñanzas. El fenómeno de este líder natural, el carisma y la propiedad con la que hablaba llamó la atención de la gente. Ganó su confianza y predicó o habló lo que pensaba. Mostró sus ideas por medio de historias que calaron en el ser emocional de la gente, con el mensaje esperanzador de llevarlos a un mundo mejor, utópico para la época.
En el contexto histórico en que Jesús vivió, el imperio de Roma ya llevaba tiempo y era tan grande que su manejo político y económico era difícil de mantener. Un imperio que caería, como todos, tarde o temprano por su sed de conquista y odio a los demás.
El Estado religioso que gobernaba el área geográfica en donde vivió Jesús, además del imperio romano, hacía difícil pensar en vivir de forma diferente. La poca educación que se impartía estaba basada en las enseñanzas religiosas e iba dirigida a la elite de la estructura gubernamental y religiosa. Los textos incluían las directrices que regían la moral, valores y comportamientos aceptados en esa época.
Jesús, en su discurso, trató de hacer un cambio desde las bases de la sociedad, hablando con el pobre, con el que pagaba todo lo que tenía en impuestos, con las mujeres, cansadas de sufrir solo por nacer mujer. En cierto modo, Jesús había nacido y vivido en ese mundo, pero sabía que se podía cambiar. Pero eso implicaba un sacrificio personal, en este caso, con la vida.
Resalta su dedicación para educar al pueblo y tratar de que tuviese más información, que cuestionara y fuese curioso, porque un pueblo educado es el enemigo de un Estado opresivo, basado en una religión tan fuerte, como la de la época.
Hoy, más de 2 mil años después, seguimos discutiendo temas como un papel más marcado de la mujer en la sociedad, con igualdad de género y participación; con responsabilidades y derechos que eran un cambio muy drástico para ese tiempo.
La figura mítica de Jesús ha evolucionado y se adapta a nuestros días, porque la sociedad no ha avanzado como debería. Estamos discutiendo los mismos temas que Jesús predicaba. Como sociedad, sabemos que tenía razón, pero en la práctica nadie tiene el valor suficiente para cambiar las estructuras. Seguimos con Estados que promueven la educación mediocre para las masas, llevando el fanatismo religioso a niveles inexplicables. Y la mujer no ha logrado escalar hasta donde debería.
Jesús, el revolucionario, representa un conjunto de ideas y pensamientos para que reflexionemos sobre su figura en ese contexto histórico, llevando su mensaje al plano económico, político y moral de la actualidad.
