Cervantes es un extraordinario pintor de caracteres, uno de ellos es Ginés de Pasamonte o el Maese Pedro o Ginesillo de Paradilla.
Ginés tiene un protagonismo especial en la aventura de los galeotes, en el episodio del Maese Pedro, el Mono adivino y en el robo a Sancho de su asno en la Sierra Morena.
Pedro de buen parecer, es atrevido al hablar y osado en el actuar, conocido por el oficio de farsante, pícaro, embustero y ladrón, cualquier parecido con los políticos y empresarios piratas en negocios con Odebrecht no es coincidencia ni casualidad.
Pedro es el típico personaje de las mil máscaras o el malabarista de los acuerdos, sin honor, como el de los directivos del Panamá político. La Asamblea Nacional es hoy una “venta de patio”, como la elección del nuevo magistrado del Tribunal Electoral.
El Ginesillo también se encarna en los magistrados, jueces, fiscales y abogados que hacen su fortuna con fallos donde predomina la ley del encaje. Somos el paraíso del ‘juega vivo’ y de los papeles del capitalismo salvaje, los conocidos Panama Papers.
El Ginesillo tiene pico de oro, hábil manipulador de la palabra, supera la retórica de los sofistas y a los embaucadores de todas las épocas. Y como los políticos es cínico y malagradecido, sobre todo, después de electos siempre olvidan sus compromisos. Por eso Don Quijote nos reitera el hacer bien a villano es echar agua en el mar.
El titiritero de Ginés es el clásico pelafustán, algunos cervantistas consideran que Cervantes hace referencia a Jerónimo de Pasamonte, quien participa con él en la famosa batalla de Lepanto. Jerónimo también es escritor y se le apunta como uno de los autores del Quijote apócrifo.
Don Ginés o Pedro es experto en mimetizarse, es hábil jugador de manos o sea un ladrón de primera como los que roban millones aquí. Habla más que seis y bebe más que doce. Maneja con destreza las marionetas o figuras de artificio, es un tarambana. No hay actor que lo supere, solo los políticos locales.
Ginesillo me recuerda a políticos del patio, de cuyos nombres no quiero acordarme, pero que usted, fácilmente, reconoce en el país de los bellacos, como lo calificó el poeta y periodista Gaspar Octavio Hernández.
Cervantes nunca imaginó que uno de los personajes de Don Quijote encarnara a la perfección en el país del canal. El Panamá político representa la eterna comedia de los farsantes, como el conocido episodio quijotesco de Las cortes de la muerte. Panamá es la tierra del eterno carnaval en el imaginario de Rogelio Sinán en La isla mágica.
El Quijote es silenciado tanto por los corruptos, que ejercen el poder en distintas latitudes, como por los que atentan contra la libertad e imponen sus ambiciones económicas. Igual ocurre con los que someten a la mujer a sus caprichos.
Al Quijote lo silencian los desleales, los apegados a la tradición y el dogmatismo de la cultura establecida, los inquisidores de todo tipo; los académicos y eruditos, los que desde el sistema escolar imponen su lectura sin motivación; los intolerantes, los políticos que ofenden a la ciudadanía con sus imposturas y vulgaridades. Los políticos temen una lectura crítica, creativa y amena del Caballero de la Triste Figura, pues saben que su ejemplo y principios tienen plena actualidad.
El Maese Pedro es la ironía más sutil contra los políticos como el Duque de Lerma que entró pobre a gobernar a España y salió millonario; en Panamá los ejemplos sobran. Aquí la política es el arte de la corrupción, Odebrecht es la acción delictiva más reciente.
El Maese Pedro es, sin duda, el mentor de los políticos y empresarios piratas de Panamá.
Recomiendo la lectura de La magia del Quijote de mi autoría con Isolda De León, para ampliar información sobre el Maese Pedro o Ginesillo.
