“Información, cero. Tolerancia, cero. Libertad de expresión, cero. Control ciudadano en extremo”, Escuadrón Patriota. Considero pertinente iniciar el artículo con un extracto de la canción Madre de este artista cubano, puesto que siento que en esas pequeñas líneas se puede resumir la situación que día a día viven los cubanos desde hace ya más de medio siglo.
Muchas son las cosas que se dicen sobre Cuba, de su educación, su salud, la libertad de expresión de sus habitantes y sobre su “vida pintoresca”.
Pero, ¿qué es lo que ocurre en Cuba realmente cuando se apagan las luces y se cierra el telón? Tal vez, para muchos de nosotros todo acaba al tomar el vuelo de regreso a nuestros países, con un sinfín de anécdotas, buenos recuerdos y un buen ron. Pero para ellos, los cubanos que se quedan, todo sigue igual. En sus casas sigue la lucha diaria por el “qué comer”; en sus hospitales (ojo, los que ellos utilizan, no los que en la calidad de turista alguno de nosotros pudiese haber visitado) sigue el desabastecimiento, y en sus calles, el silencio. Un silencio alimentado con la intimidación de algunos que se creyeron superiores y lo suficientemente legitimados como para controlar a cada ciudadano cubano.
Lo peor de este escenario es que para el extranjero es casi imposible conocer a cabalidad cuál es la situación de este país. ¿Por qué? Los medios de comunicación son controlados por el Estado, sí… ese mismo Estado que a diario viola los derechos humanos de sus habitantes es el único facultado para informarnos a nosotros, los que escapamos de su jurisdicción, qué es lo que realmente ocurre en su país.
La muy bien planificada estructura de la capital turística de Cuba muestra una ciudad muy pintoresca y rodeada de elementos históricos. Ahí sientes que “viajas al pasado”, por la escasa tecnología y por la hospitalidad de su gente. En esa misma capital, cuando visitas las farmacias o los hospitales recibes atención inigualable y de buena calidad. Además, ir a bares y discotecas (más si buscas “diversión adicional”) es muy sencillo, porque en sus calles escuchas ritmos latinos y encuentras prostitución en las esquinas.
Y digo que todo lo anterior es extremadamente planificado, porque la felicidad, el desenfreno o la despreocupación que se siente y percibe en Cuba no es producto de un orden espontáneo, sino de una política de Estado encauzada con ese fin. Igual que en un juego de ajedrez, cada ficha se coloca con mucha cautela, para que tú, yo o cualquier extranjero sienta que “todo marcha bien”.
Como mencioné, el problema es que es muy difícil conocer en detalle lo que realmente ocurre. Sin embargo, periodistas cubanos y otros valientes, con el apoyo extranjero, logran acceder a internet (cuesta 5 dólares la hora, mientras que el salario mensual es de entre 10 y 20 dólares) para escribir y publicar lo que realmente se vive en ese país.
Día a día, los artistas luchan contra el sistema, contra la prohibición de sus canciones y contra la difícil decisión de “cantar o comer”. Muchos de ellos, por ser “subversivos”, han sido lanzados de su patria y desde otras latitudes cuentan su historia. Otros, cansados de la represión, de la miseria y el desabastecimiento, arriesgan sus vidas y cruzan el mar para llegar “al otro lado”.
Ahora, que ya tienes luces de lo que realmente ocurre en Cuba, te invito para que te unas al movimiento, porque nadie pelea por lo que no conoce. Estas personas necesitan ser libres para buscar su propia felicidad y prosperidad, por eso requieren de nuestro apoyo.
Lo que parece muy pequeño como un simple “RT” en Twitter o un share en Facebook, para ellos es un paso importante a fin de que el mundo conozca su realidad y se una a la lucha por una verdadera Cuba libre.
“Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran”. José Martí
