El viernes 31 de julio de 1981, el carismático militar viajó de su sencilla casa de playa en Farallón a Penonomé, donde vivía “su repliegue táctico”.
Desde octubre de 1978, Aristides Royo ostentaba el poder ejecutivo con Ricardo de La Espriella y Jorge Illueca, vicepresidentes designados por la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimientos, basados en la Constitución de 1972.
En este “veranillo democrático”, posterior a la vigencia de los tratados Torrijos-Carter, se establecieron los partidos políticos, se eligieron miembros del Consejo Nacional de Legislación por votación directa en 1980. Fueron electos, entre otros: Fito Duque o Fito Caseta, Raúl Montenegro o Saco Loco, perredés; Arnulfo Escalona Ríos, César Pereira Burgos y Targidio Bernal Guardia, liberales; Camilo Franceschi y Néstor Gutiérrez, demócratas cristianos. Fui miembro de este consejo entre 1980 y 1984, elegido por los representantes de Coclé.
Mientras Torrijos hacía turismo interno y veía las novelas de la época, su hija Carmen Alicia hacía sus prácticas de odontología en el Hospital de Penonomé. Ese día, el Dr. César Salazar y ella examinaron su dentadura. Después salió en el avión FAP 205 para Coclesito, trayecto que tomaba 15 minutos, a donde nunca llegó.
En mi condición de veterinario del MIDA asignado al proyecto ganadero, fui junto al mayor Lorenzo Purcell a Coclesito y coincidimos con la llegada de Torrijos en el FAP 205. Sus moradores y los niños lo recibieron con gran alegría. Al bajarse del avión, preguntó a las maestras: ¿ los niños están tomando leche? Respondieron: ¡Sí, general! Esa inquietud paternal me impresionó. Quienes hemos criado hijos sabemos de la importancia de la leche en su alimentación.
Lo acompañaban el canciller Juan Antonio Tack, Rory González y Alberto Pons. Caminó rumbo al río, se metió, se bañó con todo y ropa, se dirigió a un rancho y se acostó en una hamaca. En voz alta, dijo: “Tony -refiriéndose al canciller-, échate el cuento de Sri Lanka”. Los presentes escuchamos la detallada explicación del canciller sobre los motivos e importancia de la reunión que se daría en ese país, del grupo de países no alineados , dirigidos por el general yugoslavo Josip Broz Tito, que sirvió de mucho a Panamá para recuperar la soberanía y el Canal.
Aseguran que una gran virtud de Torrijos fue haberse rodeado de panameños muy capaces y de escucharles y ejecutar sus recomendaciones. Contrario a lo que hacen los mediocres, que se reúnen de más mediocres que ellos para poder sobresalir.
La esencia del torrijismo, a mi entender, es pensar y actuar a favor del bienestar general y nacional, y no solo en lo personal. Espero que para las próximas elecciones se postulen hombres y mujeres con vocación de servir y no de servirse del Estado.
El autor es exministro del MIDA y exlegislador