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LIBERTAD DE EXPRESIóN

Proyecto Daphne o la batalla por la verdad

La aguerrida periodista maltesa Daphne Caruana habría cumplido 54 años el pasado 26 de agosto, pero fue vilmente asesinada con una bomba colocada en su coche el 16 de octubre de 2017. Tenía muchos enemigos.

Según relatan las notas periodísticas del momento, el estallido de la bomba plantada en el carro fue tan intenso, que los policías que realizaron las pesquisas iniciales estuvieron cuatro días recolectando las partes del cuerpo de Daphne, esparcidas en el campo alrededor de la vía por la que conducía. Fue un crimen atroz.

Durante sus 30 años de ejercicio periodístico, Daphne Caruana enfureció a muchos en la pequeña isla del Mediterráneo, ubicada entre Europa y el norte de África, con un pasado colonial y una situación actual de bonanza económica basada, según se empeñaba en denunciar, en una gran corrupción. Y justo por esa bonanza, la batalla de Daphne era muy solitaria.

No luchaba solo contra la corrupción, sino contra la indiferencia. “Me preocupa la degradación moral de la isla… Los malteses están demostrando un alto grado de tolerancia hacia la corrupción”, comentó otro compañero de batallas de Daphne luego de su asesinato. Suena conocido.

La lista de personas a quienes Daphne evidenció con su aguerrido trabajo periodístico incluye a políticos del gobierno y de la oposición, mafiosos locales y extranjeros, empresarios, banqueros. Investigaba con ahínco la corrupción y el crimen organizado, y tenía, al morir, 47 demandas en su contra.

Investigaba e informaba sin parar, a pesar de las amenazas, de las advertencias. Fue parte del Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) para los Panamá Papers que, en el caso de Malta, le permitió identificar la utilización de sociedades panameñas para el lavado de dinero vinculado con contratos irregulares. Las historias en las que trabajaba eran muy duras, tocaban a personajes importantes y peligrosos, incluyendo familiares de altos cargos del gobierno, a presidentes extranjeros o a la mafia de la droga calabresa. Nada la detenía o asustaba.

Tras su muerte, Daphne Caruana fue incluida por la revista estadounidense Politico entre las 28 personalidades más influyentes de Europa, describiéndola como un “Wikileaks entero en una sola mujer, que emprendió una cruzada contra la falta de transparencia y la corrupción en Malta”.

Su brutal asesinato acabó con su determinación, pero su legado está ahora en las manos de un equipo de 45 periodistas de 15 países que se ha comprometido a continuar su trabajo. Se trata del Proyecto Daphne.

Los periodistas, tanto del ICIJ como otros medios europeos de prestigio como The Guardian o Le Monde, escudriñan casi un millón de documentos filtrados a Daphne en los meses previos a su muerte. Entre todos, y honrando su memoria, seguirán investigando para completar el reportaje que ella no pudo terminar.

El recuerdo de Daphne Caruana y su terrible muerte golpea fuerte estos días en que se producen en Panamá nuevos atentados contra la libertad de expresión e información, con la millonaria demanda presentada por los abogados del expresidente Ricardo Martinelli contra las comentaristas y activistas Mariela Ledezma y Annette Planells. Y según advirtió uno de los muchos abogados al servicio de Martinelli, esa demanda es solo el comienzo.

En la misma línea está la denuncia presentada por la esposa del expresidente contra el diario La Prensa, con la intención de impedir que los miembros de la familia Martinelli sean mencionados en el diario. Y para ello acudió a la jurisdicción de familia creada para proteger a grupos vulnerables, no como escudo para quienes deben rendir cuentas a la justicia y a la sociedad.

Nada nuevo en realidad. Durante los cinco años del mandato de Martinelli, las amenazas, los insultos, las descalificaciones, las represalias, fueron la tónica. Los recuerdos aún están frescos.

Hoy, el expresidente está enfrentando la justicia, a pesar de todos los intentos por evadirla. Fue presidente de Panamá y, como cualquier otro funcionario, tiene que rendir cuentas de sus actos, y los periodistas tenemos el deber de contar los detalles de ese proceso.

Aún son muchos los interrogantes que tenemos sobre lo sucedido durante los cinco años de su mandato; las decisiones que tomó, los sobrecostos de las obras y las coimas, las oportunidades perdidas para Panamá. Aún es mucho lo que él, su familia y sus socios en los negocios realizados desde Palacio, deben aclarar. Y quienes trabajamos en el oficio de poner luz en aquellos rincones oscuros donde se esconde lo sucio, lo vil, no vamos a dejar de hacerlo. Algunos como Daphne Caruana caen en el camino, pero hay otros muchos que siguen adelante.

La autora es periodista, abogada y presidenta de la Fundación Libertad Ciudadana, capítulo panameño de TI


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