Quien estime que por prejuicio, por odio o por machismo, yo considere incorrecto (como en realidad lo considero) el llamado “matrimonio igualitario”, está cometiendo un gran error porque no son esas las causas que como ser humano me obligan a hacerlo. Las causas, a mi modesto entender, son más reales y más graves.
Considero incorrecto (en algunos casos hasta bárbaro) y siempre inhumano, no respetar la preferencia sexual de las personas. Sin embargo, lo que sí me preocupa grandemente es la divulgación, y aún más, la promoción encubierta de esa preferencia, pues eso sí va en contra, en última instancia, de la misma supervivencia humana y todo lo que concierna a la humanidad; esto nos debe preocupar. ¿Por qué y para qué los científicos se preocupan cada vez más por la reducción de la capa de ozono? Porque su reducción total, prácticamente aniquilaría la vida animal y humana en el planeta. Por iguales motivos investigamos medios para combatir las enfermedades y alargar la vida, crear medios de transporte y vivienda seguros, predecir los embates de la naturaleza, etc. etc.
Por esos motivos, considero que debemos apoyar todo lo que contribuya a mantener y/o mejorar y conservar la estabilidad de la raza humana, así como descartar y, en algunos casos, hasta combatir todo intento de perjudicarla o destruirla. Y… de ahí, mi posición opuesta al llamado “matrimonio igualitario”.
Analicemos por un momento qué sucedería si toda o casi toda la humanidad se inclinara hacia el homosexualismo. Indudablemente, en un tiempo muy corto el crecimiento demográfico tendería a cero, y el concepto de familia se limitaría a dos personas. Los vocablos “padre” ,”madre”, “hijo”, “hermano” “abuelo”, ”nieto”, “primo” y otros se eliminarían (por obsoletos) del diccionario.
Por muy defensores que seamos de esas relaciones, tenemos que admitir que el homosexualismo como tal constituye un comportamiento o preferencia contraria al desarrollo natural de la humanidad y, por tanto, es deber de esa humanidad no promover de ninguna forma esa tendencia, como lamentablemente se está pretendiendo, tratando de legalizar una unión que a todas luces es antinatural e innecesaria (porque casi todos los beneficios que pudiera ofertar esa unión en el aspecto material se pudieran lograr por otros medios legales).
Legalizar esa unión contribuiría a confundir a nuestra niñez y juventud inexperta y, por supuesto, a aumentar los parámetros demográficos de homosexuales que ya en algunos países y regiones alcanza el 10% de la población adulta.
No pocos “argumentos” se han esgrimido para justificar esta unión, incluso, se ha catalogado como “un derecho humano”. En este sentido, alerto sobre el peligro de interpretación correcta de ese concepto. Hasta ahora, y casi mundialmente, se ha respetado todo lo concerniente al sexo, pero esta situación ya comienza a dar indicios de revocar ese respeto.
El autor es ingeniero mecánico y profesor
