Son cinco los factores de gran influencia en el desempeño de un estudiante, según estudio realizado por la consultora McKinsey & Co: mentalidades, prácticas de enseñanza, tecnología en el aula, horas de instrucción y educación inicial. El estudio, titulado “Factores que inciden en el desempeño de los estudiantes: perspectivas de América Latina” (2017), analizó el desempeño de alumnos de 15 años que realizaron la prueba PISA (Programa para la Evaluación de Alumnos) en la región.
Entre las 100 variables que se encontró que afectan el desempeño del estudiante, la variable con más impacto es la mentalidad del estudiante (conjunto de creencias y costumbres que conforman el modo de pensar y actuar de un individuo), con dos veces el poder predictivo (30% del total) que la de los siguientes factores como el entorno familiar y factores demográficos.
Otro factor crucial es la “calibración de la motivación”; un estudiante con alta calibración de la motivación está altamente motivado y trabaja arduamente para dar lo mejor de sí. Por ejemplo, trabajar en una tarea con un enfoque de perfección o poner más empeño que otros compañeros. Aquellos con buena calibración de la motivación alcanzaron 55 puntos más en la prueba PISA (o 14%) que los “mal calibrados”. Estos valores son constantes aun desagregando factores asociados como el nivel socioeconómico, la escuela o su ubicación.
Más impactante es que una buena calibración de la motivación se correlaciona con los puntajes PISA, esta tiene el doble impacto para estudiantes provenientes de escuelas de bajo desempeño versus los alumnos de escuelas de nivel adecuado. Como el 75% de los estudiantes en América Latina provienen de escuelas de bajo desempeño, esto es un factor especialmente interesante. Se hace evidente que tener una motivación altamente calibrada equivale a subir un nivel socioeconómico en el caso de los estudiantes matriculados en las escuelas más deficientes. Es esperanzador que los estudiantes provenientes de un grupo socioeconómico más bajo, pero bien calibrados, están en la capacidad de lograr mejores resultados que los del grupo superior con una calibración inferior.
El reto es cómo mejorar la motivación de los estudiantes de nivel socioeconómico más bajo cuando solo el 41% de estos estudiantes desarrollan una alta motivación versus el 70% de nivel socioeconómico alto. El informe mostró que estudiantes con una sólida mentalidad de crecimiento pueden superar a sus pares de mentalidad fija en un 12%, siendo más evidente la tendencia cuando se trata de estudiantes de escuelas de bajo desempeño, de menores ingresos y en el caso de los varones.
La gran lección es evidente: para mejorar el desempeño de nuestros estudiantes necesitamos docentes con vocación, comprometidos con promover sentido de posibilidad, crecimiento y resiliencia. Para elevar el nivel de desempeño, una de las herramientas disponibles son las pruebas de aprendizaje socioemocional (SEL) para evaluar a los estudiantes. Los resultados del SEL orientan a los educadores a comprender las competencias socioemocionales de sus estudiantes. Esta útil herramienta ayuda a los docentes a desarrollar estrategias específicas para cada estudiante.
Las estrategias de enseñanza deben basarse en un plan de lecciones científico y bien estructurado. Con el incremento de inversión en educación del 3.5 % al 6% del producto interno bruto (PIB) hay suficientes recursos para implementar estos cambios. Panamá debe convertirse en un país que evalúa y mide de manera sistémica las mentalidades que desarrollan los estudiantes y adecúa los contenidos y técnicas de enseñanza de sus docentes.
Nuestra responsabilidad como sociedad civil es informarnos y promover la implementación de buenas prácticas educativas con los distintos tomadores de decisiones. Todos los niños en Panamá tienen derecho a una educación de calidad y a alcanzar su máximo potencial.
La autora es directora ejecutiva de Enseña por Panamá
