Y cuando pensamos que nuestros diputados ya habían inventado todos los mecanismos posibles para esquilmar nuestros impuestos, vuelven a sorprendernos con otra forma novedosa de robo. En esta ocasión, usando el deporte como excusa para recibir partidas sin control alguno, y que pensaban no serían detectadas.
Aunque, dado el descaro con que le hacen trompetilla a la sociedad que exige cuentas, también es posible que no les preocupe mucho ser descubiertos, pues en Panamá, si hay algo seguro, es la certeza de impunidad para esta gente.
El mecanismo es más o menos así: las ligas, federaciones y organizaciones deportivas van siendo paulatinamente controladas por diputados, quienes por su fenotipo endomorfo seguro que el último deporte que practicaron en su vida fue jugar “la tiene” en la escuela primaria.
Una vez controlada la organización deportiva local, todo se simplifica. Solicitan a la federación fondos para implementos, solicitud que se pasa a Pandeportes. Se emite entonces un cheque que la federación destinará a la organización local, bajo la dirección del diputado responsable (suena a oxímoron).
Este, compra equipo por decenas de miles de dólares, en compañías vinculadas a funcionarios de la Asamblea, y que emiten facturas que se ven más falsas que un billete de 3.50. Cuando se pregunta a los jugadores y entrenadores del lugar si recibieron los implementos, la respuesta suele ser: ¿qué implementos?
El que sea el béisbol el deporte favorito no tiene nada que ver con preferencias de la población, sino que, para jugarlo, se requiere más equipo, lo que facilita el robo. Imagínense si fuera fútbol, solo requerirían balones y tacos, que dificultan justificar cheques de seis cifras.
Pero todo esto tiene otras dobleces. Que a mí no me digan que no suena sospechoso, que se compren para la comarca Ngäbe mil 300 suéteres, 3 mil 478 pantalones, 8 mil 594 gorras, 358 manillas de cuero, 6 mil 744 pelotas, 197 bates de aluminio, 168 bates de madera, 32 juegos de catcher y 408 juegos de uniformes (me pregunto para qué eran entonces los suéteres, pantalones y gorras). Eso, sin contar 18 home plates, 35 juegos de bases, 16 pitching plates y una máquina de bateo. Y todo esto solo para la comarca.
Algo similar hay en las otras provincias, mientras escuchamos cómo los deportistas tienen que hacer colectas para poder practicar.
Pero la pregunta es cómo todos esos millones de dólares entregados a estos maleantes, pasaron por presupuestos del Ejecutivo, por el Ministerio de Economía y Finanzas y por la Contraloría, desde 2014, sin que a nadie le sonaran las alarmas. Visto así, esto suena a un esquema mucho más “inclusivo” de lo que pareciera a primera vista. Cualquier día hacen la federación de ski alpino y a nadie le parecerá raro.
Por ahora, le sugeriría a quien gane la presidencia en 2019, que nombre a Mary Triny en la Contraloría, pues parece tener bastante más habilidad para descubrir chanchullos, que quienes supuestamente deben encargarse de eso.
El autor es cardiólogo

