El día 6 de junio de 1966, es un hecho correctamente interpretado por Rolando Sterling Arango en una obra que tituló: La Insurrección de Colón. Este interesante acontecimiento generado en Colón, tuvo una extraordinaria repercusión nacional.
Puso de relieve el alcance del entonces movimiento estudiantil, fortalecido por precedentes jornadas de luchas populares y patrióticas.
En un importante ascenso del movimiento popular durante la década del 60 del siglo pasado, el cual tuvo un interesante impulso con la Marcha del Hambre y Desesperación de 1959, y por supuesto con el patriótico 9 de enero de 1964, y frente a las desalentadoras actitudes de gobiernos oligárquicos que cada vez más afectaban los intereses populares, como por ejemplo, las negociaciones nada favorables del tratado del Canal Robles-Jhonson, emerge-no por espontaneidad- el 6 de junio de 1966.
Rolando Sterling Arango dice que: “La insurrección popular acaecida en Colón por el cobarde hecho criminoso perpetrado en contra del compañero, Juan Navas, logró poner de relieve el desgaste histórico de la oligarquía”.
El 6 de junio de 1966 fue un acto contestatario que tensó las fuerzas del movimiento estudiantil. Los señalamientos a importantes dirigentes como responsables del crimen del estudiante Juan A. Navas, fue revertido con creces por el pueblo colonense en contra del gobierno de Marco Robles, del Departamento de Investigaciones (DENI) y de la CIA. Acusados falsamente y enjuiciados por el Gobierno terminaron Félix Dixon y Rolando Sterling. El pueblo, con fino olfato, los exoneró de culpas.
Lo ocurrido el 6 de junio de 1966, cuando la población, con la dirigencia estudiantil, se tomó las calles, quedó muy bien registrado por el mismo Rolando Sterling: “Balas y bombas ensordecieron y ensangrentaron el ambiente para romper el cerco estudiantil... la violencia revolucionaria hace sentir su efecto... las filas de la FEP sufren dos bajas, Carlos Mathews y Elvira Miranda.
Cada calle y cada callejón era una trinchera de combate. Todo vehículo, símbolo del régimen oligárquico, fue incendiado. Ardió el Municipio de Colón, la Gobernación, la Lotería, el correo, Banco Nacional, Departamento de Extranjería, Oficina de Reforma Agraria. La imprenta del alcalde sufre los rigores de un asalto revolucionario, se decapitan las estatuas de los próceres... la lucha era total, se libraba batalla en cada rincón de la ciudad. Murió asfixiada por los gases la niña Damaris Gallardo...”.
Este importante acontecimiento histórico debe reconocer el esfuerzo de un valeroso pueblo como Colón , el cual expresó la gallardía y el pundonor de una juventud y de un pueblo comprometido.
El acto del 6 de junio tuvo importantes protagonistas, y desde luego, inmolados. Uno ellos es Rolando Sterling Arango, recientemente fallecido, quien con creces culminó con el deber.
Su aporte a la lucha revolucionaria es incalculable y su tiempo dedicado a recoger y dejar plasmado ese extraordinario documento que tituló: La Insurrección de Colón, es un aporte interesante a la historiografía panameña, que debe estar siempre alerta para mantener vivo en las mentes nacionales lo que le da sustancia al ser panameño.
El autor es docente universitario
