MORAL PATRIA

Varela, Odebrecht y Panamá

El país cada vez más se desalienta, pero igual se tensa. La certeza de una gestión gubernamental seria y comprometida con la población, a la que invocaron en su grito de campaña, se ha convertido en desconfianza y desacierto.

Se percibe demagogia, planes sin dirección, ensayo y error, malestar generalizado, problemas sin respuestas y ahora, con más fuerza, santificación a la impunidad. La ruta seguida, altamente escabrosa, ha ido construyendo una posición adversa que pone al sector gubernamental en la línea del rechazo y eso es sumamente peligroso.

El acumulado que ha ido cimentando el gobierno de Juan Carlos Varela demuestra que no se tiene ningún sentido de lo que es hacer diligencias en favor de los más desposeídos. Un balance pone de manifiesto que la crisis es generalizada y que las respuestas se constituyen en quimeras. El resultado en la mitad del mandato presidencial es profundamente deficiente.

El caso Odebrecht viene a ser una prueba de suficiencia para el gobierno varelista. Es una tremenda oportunidad para empinarse por encima de todo y enseñarle, a propios y a extraños, que la moral es parte esencial de toda gestión pública, y que el combate a la corrupción no se da con espejismos, con tibiezas ni con argucias legislativas que en nada favorecen los esfuerzos por reivindicar el país, hoy cautivo de la perversidad del usufructo de sus recursos y el robo de los fondos públicos.

Es un momento interesante para coadyuvar con la justicia, que ha de sentarse con firmeza y sin sectarismo.

Precisamente, son los sectores económicos con poder político los que han estructurado muy bien la estrategia para el pillaje. Se han armado de todo, sin importarle el daño social que hacen con lo que timan, y con la conciencia que nada o poco tienen, porque el sistema está diseñado para permitirle que asalten con bastante ventaja y felonía los fondos públicos.

La coima es una parte de la estrategia del pillaje, con sus diversas modalidades. El coimero, ya constituido en una parte complementaria de la labor pública, realiza la actividad con toda la tranquilidad. Entre tanto, el coimeado es la otra fracción que también actúa con disfrute, constituyendo dos partes de una misma cosa.

El país en su conjunto transita por una angustia generalizada que cada vez sube el tono de los reclamos públicos, dejando sin discurso al gobierno y con poco soporte social. A la par, la situación presente pone de manifiesto la creciente miseria de los partidos políticos, trazados en nuestras sociedades para darle soporte al bandidaje.

Se trata, entonces, de que en un acto de heroicidad el gobierno nacional haga lo propio para ir rescatando la moralidad pública, porque las sociedades se corroen, se pierden y terminan sin fe en los dirigentes si no actúan con pertinencia. Ese “hacer” supone, ante el caso Odebrecht, conocer públicamente quiénes decidieron en un acto desconsiderado con Panamá, al apoderarse de sus dineros para fortalecer sus talegos y, desde luego, someterlos a la justicia y reparar el daño ocasionado.

No es un favor que le haría Juan Carlos Varela y su gobierno a la patria, es una exigencia para poder ir, urgentemente, retomando la moral patria.


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