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A bajarse del bus

Hoy, Panamá disfruta una victoria que, como partido de fútbol, no es del agrado de todos. Hoy es uno de esos días que tradicionalmente los panameños no hemos valorado a través de los años, más allá de uno de esos “días libres en el mes de la patria”.

Hoy, muchos se acreditarán una “victoria” agridulce. Pues el daño causado por el “logro” es mucho más grande de lo que alcanzan a imaginar. Y no solo en la parte económica, sino social.

Si la pandemia agrandó la brecha existente en temas como educación, situación laboral, salud y relaciones humanas, solo para mencionar algunos, el mes de noviembre de 2023, pasará a la historia, como uno de desorden, desgobierno, incapacidad, irresponsabilidad y vanos intentos de desestabilización y golpes a la democracia.

Desde mi perspectiva, no coincido con las opiniones que dicen que el esquema democrático se vio fortalecido. No puedo estar de acuerdo, pues este tema nunca debió haber llegado a la Corte Suprema de Justicia. El Órgano Ejecutivo debió pensar en los elementos a favor y en contra del país y haber negociado de una mejor manera y no poniendo como principal elemento los millones que ingresarían al fisco nacional.

El Órgano Legislativo, también debió hacer el trabajo para el que fue electo. Defender los intereses de las mayorías. Como ha sido su comportamiento en los últimos lustros, no escucharon a los que acudieron a su sede a pronunciarse sobre las posibles consecuencias de aprobar ese contrato. Desoyeron lo que sus electores les advirtieron. Y no lo hicieron una sola vez, pues ni tomaron en consideración lo que se les había dicho la primera vez, sino que recibieron una segunda alternativa y desconociendo sus propios procedimientos, no permitieron que “el pueblo” les formulara nuevos comentarios.

El sistema que debía defender los intereses de las mayorías no funcionó.

Ahora nos toca, como boxeador que le limpian los guantes luego de caer, esquivar los golpes que se puedan esquivar, abrazarnos figurativamente” entre toda la población y esperar a que suene la campana para regresar a la esquina y escuchar las nuevas instrucciones de un nuevo entrenador.

Si nos basamos en lo transcurrido en los últimos años, dudo sinceramente, que se dará el cambio de timón que varios reclaman y sin temor a equivocarme, a estas alturas del partido, no creo que sirva de mucho, mas allá que de escarmiento.

La institucionalidad del país fue herida de muerte, pero hoy gracias al fallo unánime de la Corte Suprema de Justicia, empieza a percibirse un nuevo olor a esperanza.

Lo que, si queda demostrado, es que los panameños no queremos aprender ni siquiera a los golpes. Al finalizar la pandemia varios aspirábamos a recomponer al país. Nos equivocamos.

La podredumbre es tan grande, que por donde uno aprieta sale pus. Y con esto advierto que no es solo del sector gubernamental.

Con este “noviembre negro” vimos a educadores que no les importó con los estudiantes a quienes debían proteger. Se vio a sindicalistas que más que defender los intereses del país, promovieron el caos y la desestabilización, tratando de utilizar esta vía como un método para acceder al poder, ya que por la democrática ni siquiera han llegado cerca.

Se percibió a un sector empresarial que, aunque inició un tanto desconectado de la realidad de la mayoría, compuso andar y gracias a su empuje y solidaridad se subieron varios peldaños.

Vimos a periodistas maltratados, vilipendiados e injuriados injustamente. Ojalá quienes se tomaron el trabajo de tratar de desprestigiarlos, hicieran lo mismo cuando no hay medicinas en las farmacias de la CSS, para solo poner un ejemplo.

En este mes, vimos a políticos oportunistas que, según sus propios actores, inclusive llegaron a financiar algunos de los cierres de vía en abierto perjuicio de los productores agropecuarios de los cuales dependemos tantos. Otros, por intereses personales, denigraban a quienes se manifestaban y otros más, tratando de buscar “taquilla” mientras se mimetizaban cual camaleones, al liderazgo de grupos de jóvenes como Sal de las Redes, que se convirtieron en los grandes protagonistas de las manifestaciones y se distinguieron por su orden, civismo y responsabilidad.

Los que buscan pescar en río revuelto, reclamaron desde la ausencia de los políticos en las calles, el desconecte del gobierno y hasta el apoyo de las mismas iglesias que en otros momentos critican, con o sin razón.

En fin, vimos desnudados los ejes del bien y del mal de los cuales escribí hace algunas semanas. Ojalá y los panameños los aprendamos a reconocer y a rechazar a esos oportunistas que compraron todos los boletos para montarse en ese bus cargado del eje del mal.

El autor es analista político y activista cívico


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