La acefalía se define como “carencia de cabeza”. ingobernabilidad es la incapacidad de un gobierno para ejercer control efectivo y mantener la estabilidad. La anarquía se refiere a las circunstancias en las que un gobierno o los poderes públicos están ausentes.
Estas tres palabras reflejan vívidamente lo que está ocurriendo en nuestro país y todas tienen particularidades en común, según definiciones lingüísticas y lo acaba de confirmar el Presidente con su discurso disparatado del domingo 29 de octubre.
No vale la pena ahondar en la carencia de cabeza, pues este tema ha sido ventilado ampliamente en todos los medios posibles, donde lo que han externado es la ausencia total de liderazgo, falta de estamina y ausencia en las decisiones cruciales.
La ingobernabilidad se refleja en el diario vivir que estamos experimentando y va de manos con la acefalía y la anarquía, que se está convirtiendo en una forma institucionalizada para la destrucción de la democracia, la economía local y promotores de la inseguridad social que es fomentada por un grupo de facinerosos, cuyo nivel intelectual es tan bajo que permite que sean manipulados por dirigentes enriquecidos que dictan órdenes desde sus oficinas refrigeradas, posiblemente en contubernio con políticos y funcionarios.
Como un claro y vivido ejemplo de quiénes son los que están actualmente a cargo de los sucesos en el país, la otra mañana un reducido de sindicalistas del Suntrac, con gritos y banderas, cerraban el acceso en Costa del Este, entraron a propiedad privada e hicieron daños vandálicos, mientras que la policía actuaba como meros espectadores a pocos pasos de ellos. Después de retirarse los manifestantes, tras sus daños vandálicos, se acercaron los policías al lugar de los hechos y un capitán, muy serio, indicó: “nuestras órdenes son de no intervenir ni causar confrontaciones”. Lo más irónico de esto es la recomendación que hizo: “Vaya a la fiscalía y ponga la denuncia, pues tenemos todo claramente grabado en video y se pueden identificar a los responsables fácilmente, pues trabajan en una construcción aquí cercana”.
Estas órdenes a la Policía parecen que están generalizadas, pues el Suntrac hace lo que les da la gana, cierran las calles, impiden el libre tránsito, amedrentan y amenazan a los transeúntes, realizan actos vandálicos y las autoridades solo son meros espectadores. Esto lo califico como terrorismo criollo; esos llamados a cierre de aeropuertos, puertos, comunicaciones viales y paralización del país para escudarse del sentido real de la protesta de sus dirigentes, que se enfoca a la carencia de acceso a cuotas sindicales de los empleados de la mina para enriquecer sus bolsillos, y viene a ser similar a los diputados que dicen: “¿Qué hay pa´ mí?”
Estamos ante lo que está por convertirse en una situación caótica, ya que, si las autoridades no desmantelan los cierres de calle, protegen la propiedad privada, regularizan el transporte y garantizan paz social, el ciclo económico no se recupera de la crisis de la pandemia y seguirá deteriorándose, aumentando el desempleo y desapareciendo el poco turismo actual que hay. Todo esto a causa de una falta de acción por parte de las autoridades a todos los niveles, que se han convertido en meros espectadores y han delegado el rumbo del país a unos sindicalistas, que actúan impunemente en sus fechorías.
¿Qué estarán esperando que pase? Por la situación de incertidumbre que se está viviendo, le tocará a la sociedad civil confrontar a esos sindicalistas y, como somos muchedumbre, aplastarlos, darle su merecido físicamente, despejar las calles y realizar arrestos ciudadanos y privarlos de ese libertinaje que gozan, y luego desecharlos por las calles con la esperanza de que hayan entendido el mensaje, que en Panamá los que mandamos somos la sociedad civil y no los sindicalistas ni los corruptos en los tres órganos del Estado. ¡Recuperemos a Panamá!
El autor es ciudadano
