Cuando la denuncia es que “hay que escuchar a las mujeres y madres que han sido ignoradas, en lugar de manipularlas y marginalizarlas, como ha hecho la administración pasada”, el discurso es político, no es científico, no es serio, es detestable.
Esta desafortunada actuación siguió a la afirmación de que “40 a 70 por ciento de las madres que tienen hijos con autismo creen que ha sido por las vacunas”. El portador de estas palabras, seguramente ya ustedes lo han identificado. Un encendido anti-vacunas que hoy destruye el trabajo de cientos de hombres y mujeres de Ciencia en instituciones, otrora respetadas, como el FDA, la ACIP y el CDC, agencias norteamericanas. ¡Qué manera tan irresponsable de querer distraer a la población norteamericana de su más serio problema, la corrupción de su sistema judicial!
Sin la prudencia, ni la cautela o la humildad del hombre o mujer de Ciencia, Robert F. Kennedy y Donald D. Trump han anunciado con bombos y platillos que el acetaminofeno utilizado en la mujer embarazada es causa de los trastornos de autismo, TDA. Un acto de desproporcionado desprecio por la ciencia, de irrespeto a las familias que sufren de las incertidumbres de esta condición. No existe una evidencia fuerte sobre esta afirmación, hecha con la ligereza de sus conocimientos.
Didier Prada, de la Escuela de Medicina de Icahn en Mount Sinai, New York, ha sugerido, mediante el análisis de 46 estudios, que en 27 de ellos existe una evidencia consistente de la asociación entre la exposición durante el embarazo al acetaminofeno y una mayor incidencia de trastornos del neurodesarrollo, entre ellos, el autismo. En otros 9, no se encontró evidencia significativa de tal relación, y en 4, no hubo prueba alguna de tal asociación. La conclusión fue “recomendar a las mujeres embarazadas limitar el consumo de acetaminofeno para proteger el neurodesarrollo de sus hijos”.
Como en todas las ocasiones, el interés en descubrir un elemento causal de los trastornos del espectro autista, produce hallazgos y noticias que, más tarde, se abandonan por debilidad argumentativa. Su diagnóstico ha aumentado paralelo a la ampliación de su definición y la disponibilidad de mejores instrumentos para reconocerlo más temprano y esto contribuye al interés urgente de conocer más sobre su origen. En el 2006, se calculaba un diagnóstico de autismo por cada 110 niños a la edad de 8 años, hoy es 1 en cada 31 niños. También lo he señalado antes, este grupo de condiciones del neurodesarrollo se considera el resultado de una interacción de factores ambientales que modifican, de alguna manera, el material genético del individuo. Incluso, factores no genéticos se han asociado repetidamente, como la mayor edad de alguno de los progenitores o el nacimiento por cesárea.
El hecho de que varios estudios hayan observado una asociación entre el uso frecuente y prolongado de acetaminofeno durante el embarazo y una mayor tasa de trastornos del neurodesarrollo en niños, de ninguna manera es una prueba irrefutable de causa:efecto. Por ejemplo, podrían ser las razones para ingerir acetaminofeno, de esa forma frecuente y prolongada durante el embarazo, las que se relacionaran con esa asociación con trastornos del neurodesarrollo, o la fiebre frecuente, las infecciones o algunos agentes infecciosos, condiciones médicas o familiares, físicas o mentales, e incluso, otros medicamentos o tratamientos utilizados durante el embarazo.
Un estudio con 2.5 millones de personas nacidas en Suecia, entre 1995 y 2015, reveló un riesgo 0.09 veces mayor de autismo (1.42 % de los niños expuestos vs 1.33 % de los niños no expuestos), entre los nacidos de embarazadas que tomaron acetaminofeno durante el embarazo y embarazadas que no lo ingirieron. Este grado de riesgo es nulo para relacionar la ingestión de acetaminofeno durante el embarazo con el autismo. En más de 20 años de estudios de esta relación entre la ingesta de acetaminofeno y autismo, no hay ningún estudio con reputación que haya establecido tal relación. La semana pasada, el 12 de septiembre, la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Canadá (SCOG), hizo una Declaración sobre el uso de acetaminofeno durante el embarazo para “reafirmar su recomendación del 2021: el acetaminofeno sigue siendo seguro y su uso como opción de primera línea para el manejo de la fiebre y el dolor durante el embarazo, cuando esté médicamente indicado, en las dosis recomendadas y por el menor tiempo necesario”. Y, agregó: “en la edad de creciente desinformación y mala información, la SCOG urge vigorosamente a todos los canadienses asegurar sus decisiones sobre el cuidado de su salud guiados por la ciencia basada en evidencia y las prácticas de los expertos”.
Es necesario que el escrutinio de todo lo que sale hoy día de los organismos de salud federales de los Estados Unidos (FDA, CDC, ACIP) sea riguroso, en razón de la politización de ellos, con resultados que predigo desastrosos para la salud de ese país y muchos otros, particularmente lo concerniente a vacunas, vacunación y medicamentos.
Las sociedades médicas han tomado la honrada iniciativa de ser los voceros sobre asuntos de ciencias médicas y biológicas, de ahora en adelante.
El autor es médico.
