África es un continente enorme, con 54 países soberanos y muchísimas etnias. Globalmente, existe una diversidad amplia de etnias e identidades de la diáspora africana, consecuencia de la movilización forzada por los colonizadores europeos. Según el ensayo “Negros del Istmo de Panamá”, en el siglo XVI, cuando comenzó la trata transatlántica, la mal llamada esclavitud, llegan a Panamá, aproximadamente, 27 etnias africanas, como los Vai, Mina, Carabalíes, Congo, Mozambique, Mandinga, Chalá, Lucumies, Arará, Biafra, Cancan, Popo, Angola, Mondongo, Cuango, Balunta, Jolofo, Cremoni, Casanga, Bañon, Fula, Gana, Bula, Capi, Terranova, Gago y Soso.
El concepto afrodescendiente, pieza clave de este escrito, alude a las poblaciones descendientes de la diáspora africana en el mundo. Fue acuñado en 2001 durante la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada en Durban - Sudáfrica. Encuentro de suma valía, ofrece estos antecedentes y justifica el porqué considero que nuestra identidad resuena y nos representa mucho más a través del término “afropanameñidad”.
El movimiento afropanameño, con el conocimiento de esa época y en su mejor intento por sintetizar y oficializar el término que nos defina e identifique en nuestro país, utiliza la expresión “etnia negra” para referirse al conglomerado de etnias e identidades afropanameñas. Este término surge como resultado de la lucha de activistas y movimientos afropanameños que buscaban una fecha que fuera un referente para sensibilizar sobre nuestra historia. Con la Ley 9 de 2000, se declara que, en la República de Panamá, el 30 de mayo de cada año, es un día cívico y de conmemoración de la “etnia negra”.
La descendencia étnica de la diáspora africana nos deja muy claro las muchas etnias que hay en el mundo y en Panamá. Con el conocimiento que poseemos, concluimos que la “etnia negra”' hace referencia a una sola etnia, a sabiendas de las miles de identidades y etnias que han existido y existen en el mundo. Aunado a esto, que la palabra “negra o negro” es un constructo que proviene de las castas que datan de la era colonial, impuesto por los colonizadores cuando se dejaba al africano en el último lugar. Por tanto, es racista y no representa a los descendientes de africanos en nuestro país.
Es ahí cuándo la palabra ‘afropanameñidad’ aparece luego de haber hecho una exhaustiva búsqueda sobre cómo se alude a la celebración de los pueblos afrodescendientes en otros países. En Colombia, por ejemplo, la palabra que identifica a los pueblos afrodescendientes es afrocolombianidad; en Venezuela, la afrovenezolanidad; y en México, la afromexicanidad.
Este término comprende todas las etnias e identidades de afrodescendientes y afropanameños. El término no es un invento. Incluso, se menciona en el decreto ejecutivo N° 116, que crea el Consejo Nacional de la Etnia Negra que tiene, entre sus objetivos, velar por la afropanameñidad.
Entendiendo todo el contexto que involucra el término ‘etnia negra’, sin el propósito de desmeritar, ni ofender al movimiento afropanameño que tanto ha luchado por los derechos que ahora poseemos, creo oportuno comenzar a deconstruir y descolonizar nuestra mentalidad, incluyendo algunas terminologías. Muchos de nuestros ancestros soportaron los más crueles tratos desde que fueron traídos contra su voluntad, hasta el fin de sus vidas. Aún así, contribuyeron a forjar nuestra nación; crearon identidad, cultura y nos regalaron un legado que honramos. La afropanameñidad, celebra e integra a los grupos afrodescendientes en Panamá. Dignifica la vida de nuestros ancestros y concede un nombre alejado de los constructos de la era colonial.
La afropanameñidad nos invita a abrazar nuestra herencia africana en toda su diversidad y a construir una sociedad equitativa para todos los panameños. Nos invita a seguir militando por políticas públicas que subsanen una evidente deuda histórica que tiene nuestro país con nuestros ancestros.
La afropanameñidad es el poderoso latir de nuestras raíces, la sinfonía de colores, de tradiciones y de sabores que danzan en nuestras venas, y el legado de valentía, resistencia y resiliencia que nos definen como hijos e hijas de África en tierras panameñas.
La autora es profesora de música, afropanameña, miembro de Jóvenes Unidos por la Educación y certificada por el Centro de Estudios Afrolatinoamericanos de la Universidad de Harvard

